El TFA producido por degradación de plaguicidas y gases refrigerantes es un tóxico persistente que contamina el agua de grifo y embotellada de toda la Unión Europea. ¿Cómo afecta a tu salud? ¿Qué se debe hacer?
TFA, el nuevo villano
El ácido trifluoro acético, o TFA por sus siglas en inglés, es el primo pequeño del ya conocido y tóxico PFOA (ácido perfluorooctanoico). Ambos pertenecen al grupo de los ácidos carboxílicos polifluorados. Mientras que el PFOA tiene 8 átomos de carbono en su cadena, el TFA, el miembro más pequeño de este subgrupo de PFAS, sólo tiene 2 átomos de carbono.
El PFOA fue el primer PFAS para el que se descubrieron sus efectos devastadores en la salud humana y animal, que la industria había minimizado y encubierto durante medio siglo. Las autoridades siguieron subestimando el verdadero potencial tóxico del PFOA hasta hace unos años, cuando la EFSA ordenó reducir la ingesta diaria de PFOA de 1500 ng/kg de peso corporal por día a la ingesta tolerable en la actualidad, de 0,63 ng/kg de peso corporal por día.
El TFA es también la principal sustancia en que se descomponen los PFAS presentes en plaguicidas y en gases fluorados empleados en climatización.
Esta sustancia, eterna porque no se descompone, contamina las aguas de ríos, lagos y aguas subterráneas europeas, como demostró un estudio reciente realizado la Red de Acción contra los Plaguicidas (PAN) con Ecologistas en Acción.
El estudio mostró niveles alarmantes de contaminación por TFA en todas las muestras analizadas en Europa. El TFA resultó ser, con diferencia, el contaminante PFAS dominante en las muestras de agua del medio ambiente.
TFA en el agua del grifo
Ahora, un nuevo estudio analiza la presencia de ácido trifluoroacético (TFA) en muestras de agua de grifo y embotellada.
Según el nuevo estudio que también ha realizado la Red de Plaguicidas Europea el TFA está presente en 34 de 36 muestras de agua del grifo (94%) de once países europeos, con un valor medio de 0,74 microgramos.
En España se ha detectado TFA en la única muestra tomada, con un valor de 510 nanogramos (o 0,51 microgramos).
Como el TFA es, al mismo tiempo, un producto de degradación de plaguicidas y una sustancia perfluorada (PFAS), se puede analizar el cumplimiento de la normativa de agua de grifo (Real Decreto 3/2023) para ambos casos:
- Como plaguicida, el valor detectado de TFA quintuplica el límite permitido por la normativa española que es 0,1microgramos para pesticidas individuales.
- Como PFAS, el valor de TFA supera por sí solo el límite legal que entrará en vigor el 2 de enero de 2026 para la suma de 20 PFAS, que es de 0,1 microgramos*.
*Históricamente se le ha prestado tan poca atención al TFA, que a pesar de ser el tóxico PFAS más detectado (supone más del 98% de la contaminación por PFAS en aguas europeas) o quizás por eso, no ha sido incluido entre los 20 PFAS que se sumarán a partir de enero de 2026 para conocer la calidad del agua de grifo .
Si se incluye el TFA detectado en el estudio en la suma de PFAS que medirá la normativa, la mitad de las muestras superarían el valor límite legal de 500 ng/L.
Tóxicos en el agua embotellada
El estudio también detecta la presencia de TFA en 12 de las 19 muestras de agua embotellada, con un valor medio de 0,278 microgramos por litro, algo que ya ha puesto en alerta a las empresas embotelladoras de agua.
Es lógico que si PFAS, plaguicidas y disruptores endocrinos contaminan aguas superficiales y subterráneas, también se encuentren en el agua mineral. No solo eso, en el proceso de embotellar agua se añade al agua partículas de plástico: tuberías de PVC o PET, botellas de plástico… de ahí que todas las marcas que analizó hace años el Doctor Nicolás Olea tuvieran disruptores endocrinos, es decir todas las marcas de agua embotellada tienen capacidad estrogénica.
No pagues más por agua embotellada, exige que no contaminen los acuíferos.
Efectos sobre la salud
A pesar de que el TFA es el tóxico PFAS más habitual en las aguas y que también está en el agua potable, hay muy pocos estudios toxicológicos centrados en sus impactos a la salud. Además, durante años la industria productora de PFAS, para la que el TFA es también una materia prima, se ha encargado de presentarlo como una sustancia química inocua.
En la actualidad, el TFA está clasificado como nocivo por inhalación, corrosivo para la piel 1A y tóxico crónico para la vida acuática.
Además, la Agencia Europea de Sustancias Químicas (ECHA) ha iniciado una revisión para clasificar el TFA como sustancia reprotóxica 1B, también sus sales inorgánicas. Es decir, existen dudas muy razonables de que el TFA genera daños a la reproducción además de ser «persistente, móvil y tóxico» (PMT) y «muy persistente y muy móvil» (vPvM). La ECHA debe presentar su dictamen en un plazo de 18 meses.
Si finalmente la ECHA clasifica el TFA como reprotóxico 1B, todos los plaguicidas PFAS quedarán automáticamente prohibidos por no cumplir la normativa de plaguicidas europea.
A día de hoy solo existe un valor guía para el TFA en el agua potable, del Instituto Holandés de Salud Pública y Medio Ambiente (RIVM). A concentraciones por debajo de este valor, de 2.200 ng/l, se supone que no hay daño para la salud.
La buena noticia es que la contaminación media de las muestras de agua del grifo analizadas está dentro del intervalo de seguridad en el que pueden excluirse con razonable certeza los riesgos para la salud.
La mala noticia es que el TFA es muy persistente (nada en la naturaleza lo destruye) así que la cantidad de TFA aumenta cada día. A esto se debe sumar que tanto la naturaleza como nuestros cuerpos ya están indebidamente contaminados por otros PFAS también indestructibles.
Por lo tanto, las autoridades deben tomar medidas para evitar que siga esta contaminación: prohibir los plaguicidas PFAS, los gases refrigerantes fluorados y continuar con la eliminación de PFAS estipulada por la normativa europea de sustancias tóxicas.
Si no se detiene la entrada de PFAS a la naturaleza, serán necesarias inversiones de miles de millones de euros para modernizar tecnológicamente el suministro de agua potable en Europa.