El pasado mes de enero la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) emitió un comunicado de prensa informando sobre los resultados de su última evaluación de los riesgos de la exposición de la población a bisfenol A (BPA), en el que se decía que no había ningún riesgo para la población. Así lo recogieron los principales medio de comunicación europeos, como EL PAIS.
La EFSA es la agencia europea encargada, entre otras cosas, de establecer los niveles máximos “admisibles” de plaguicidas, aditivos, OMG y sustancias tóxicas en nuestros alimentos.
El bisfenol A (o BPA) es una sustancia sintética y un contaminante hormonal que daña el sistema reproductor y el desarrollo de las gandulas mamarias (incrementando el riesgo de cáncer de mama). Afecta al sistema inmunológico y está relacionado con la obesidad y la diabetes. Algunos estudios indican que puede ser cancerígeno.
Se utiliza en recubrimientos de envases de bebidas y alimentos (plástico blanco que recubre las latas), en papel térmico (tickets de compra), cosméticos, juguetes, selladores dentales. El principal uso es la fabricación de resinas epoxi.
Tras evaluar los riesgos para la población, Francia decidió prohibir el uso de BPA en envases alimentarios y en papel térmico. Ante la presión pública y política para reducir la exposición de la población a esta sustancia, la EFSA decidió revisar su evaluación de riesgos de esta sustancia.
En su informe la EFSA concluye (la negrita es nuestra):
“la estimación de la exposición agregada a BPA a través de la dieta y de otras fuentes (polvo, juguetes, cosméticos, papel térmico) para los grupos de población más expuestos, que incluyen a bebés, niños y adolescentes, es inferior a la dosis diaria tolerable temporal (t-TDI) de micro g/kg peso corporal día, indicando que la preocupación para la salud es baja a los niveles estimados de exposición. Sin embargo, el Panel indicó que hay una considerable incertidumbre en la estimación de la exposición a través de fuentes diferentes a la dieta”
Esto es, el informe no concluye que no hay riesgo, concluye que hay un riesgo bajo. Además señala que existen considerables incertidumbres sobre el nivel de exposición. Esto es, el riesgo puede ser aún mayor por la exposición de la población a BPA, en particular de adolescentes, sobre todo a través de los recibos de compra de papel térmico con BPA.
La ONG Chemtrust escribió a la EFSA pidiendo explicaciones por el sesgo en la información sobre las conclusiones que han publicado en sus comunicados de prensa, hojas informativas, informe anual, etc. La semana pasada, el Director de la EFSA, Bernhard Url, contestó a Chemtrust, alegando que la razón del sesgo es simplificar el mensaje para el público, para hacer “accesibles” sus materiales a audiencias no especializadas.
Tanto Chemtrust como Ecologistas en Acción creemos que la población es perfectamente capaz de entender la diferencia entre ningún riesgo y riesgo bajo y que una información veraz nos permite tomar mejores decisiones sobre las sustancias tóxicas a las que estamos expuestos.
Lo realmente complejo para la EFSA es explicar por qué su panel de expertos no ha tomado en consideración los centenares de estudios científicos que indican que la exposición a niveles de BPA por debajo de la dosis diaria tolerable temporal (t-TDI) que han establecido pueden provocar efectos adversos sobre la salud. ¿Quizás los conflictos de intereses de la EFSA, según denuncia el informe de Corporate Europe Observatory, sean la explicación?