Correos electrónicos y documentos internos de Monsanto revelan una campaña de desinformación para ocultar los posibles vínculos de su herbicida con el cáncer.
Traducción del artículo de Carey Gillam para The Guardian del 02/06/2019.
Durante el último año, han quedado al descubierto los esfuerzos de Monsanto para defender la seguridad de su herbicida líder en ventas, el Roundup. La publicación de las comunicaciones corporativas internas, a consecuencia de tres juicios civiles, ha revelado unas conductas que los tres jurados han encontrado tan poco éticas que justifican el castigo de las indemnizaciones por daños y perjuicios.
Llaman la atención los correos de Monsanto, en los que científicos de la compañía hablan de la redacción fantasma o «ghostwriting» de artículos científicos y la eliminación de los resultados que entraban en conflicto con las afirmaciones corporativas sobre la seguridad del Roundup. También ha habido indignación pública por los registros internos que ilustran las relaciones con reguladores amigos que bordean – y posiblemente cruzan – la colusión.
Los últimos documentos confidenciales de Monsanto demuestran que el engaño es mucho más profundo. Además de la manipulación de la ciencia y de los reguladores, el engaño más insidioso de la compañía puede ser su manipulación estratégica de los medios de comunicación.
Recientemente, nos enteramos de que una joven que se hacía pasar por reportera independiente de la BBC en uno de los ensayos de cáncer de Roundup era, en realidad, una consultora de «gestión de la reputación» de la consultora FTI Consulting, entre cuyos clientes se encuentra Monsanto. La joven pasó tiempo con los periodistas que estaban cubriendo el juicio Hardeman vs Monsanto en San Francisco, pretendiendo hacer reportajes mientras sugería a los reporteros reales argumentos que favorecían a Monsanto.
Según el abogado Tim Litzenburg, encargado de varias demandas contra Monsanto por la carcinogenidad del Roundup, cree que Monsanto ha trazado lo que él llama un «proyecto de dinero negro» destinado a generar una opinión pública favorable. El proyecto incluye introducir artículos de noticias útiles en medios de comunicación tradicionales; desacreditar y acosar a los periodistas que se nieguen a repetir la propaganda de la compañía; y financiar secretamente a grupos encubiertos para que amplifiquen los mensajes pro-Monsanto en los social media.
«Sabemos que tenían periodistas que difundían la propaganda de Monsanto bajo el pretexto de ‘informar objetivamente’, dijo Litzenburg, socio de la firma Kincheloe, Litzenburg & Pendleton. «Al mismo tiempo, la compañía química trató de amontonar expedientes para desacreditar a los periodistas que fueron lo suficientemente valientes como para hablar en contra de ellos.«
Según los documentos internos de Monsanto, a los que Litzenburg ha accedido en sus investigaciones, las narrativas pro-monsanto son promovidas por individuos y grupos que apoyan a periodistas que siguen las historias que favorecen a Monsanto, mientras que difaman y desacreditan a los periodistas cuyo trabajo amenaza a Monsanto.
Para mí, una periodista que pasó 17 años cubriendo a Monsanto para la agencia internacional de noticias Reuters, estas revelaciones no son sorprendentes. En 2014, la organización Academics Review publicó dos artículos mordaces de mi trabajo en Reuters sobre los cultivos genéticamente modificados de Monsanto y su negocio de herbicidas Roundup. Monsanto no estaba contenta con algunas de mis historias, quejándose de que no debía incluir los puntos de vista de los críticos de la compañía. Academics Review amplificó esas quejas bajo el disfraz de ser una asociación independiente.
Sin embargo, los documentos internos de Monsanto han revelado que Academics Review era y es todo menos independiente. La organización fue idea de Monsanto, diseñada como un vehículo para responder a «preocupaciones y acusaciones científicas» y «mantener a Monsanto en segundo plano para no perjudicar la credibilidad de la información«, tal y como afirmó Eric Sachs, ejecutivo de Monsanto, en un correo electrónico enviado en noviembre de 2010. Según la cadena de correos electrónicos del 11 de marzo de 2010, Academics Review nació con la ayuda de un ex director de comunicaciones corporativas de Monsanto, que estableció su propio negocio de relaciones públicas, y un ex vicepresidente de una asociación de la industria biotecnológica de la que Monsanto era miembro.
Otros documentos internos muestran el dinero y las órdenes de Monsanto al Consejo Americano de Ciencia y Salud (ACSH), una organización que pretende ser independiente de la industria mientras publica artículos que atacan a periodistas y científicos cuyo trabajo contradice la agenda de Monsanto. Los artículos escritos por los asociados de ACSH han aparecido en USA Today, The Wall Street Journal y Forbes.
ACSH ha publicado varios artículos destinados a desacreditar no sólo a mí, sino también al reportero del New York Times, Eric Lipton, ganador del premio Pulitzer, a quien ACSH llama «conspiranoico«, y a la ex reportera del New York Times Stephanie Strom, a quien ACSH acusó de «periodismo irresponsable» poco antes de dejar el periódico. Ambos reporteros habían escrito artículos que exponían sus preocupaciones sobre Monsanto. Danny Hakim, del New York Times, también ha sido blanco de ACSH por escribir sobre Monsanto. «Danny Hakim te está mintiendo«, dice uno de los artículos de ACSH sobre Hakim.
Los correos electrónicos internos de Monsanto muestran que ACSH pide y recibe recursos financieros de Monsanto. Una cadena de correos de 2015, entre la empresa y ACSH, detalla el apoyo financiero «ilimitado» que ACSH desea y expone los «impactos» que ACSH está consiguiendo en los medios sociales. «Todos y cada uno de los días trabajamos duro para demostrar nuestro valor a empresas como Monsanto…«, afirma el correo electrónico de ACSH. Otra cadena de correo electrónico entre los ejecutivos de Monsanto afirma: «NO OBTENDRÁS UN MEJOR VALOR PARA TU DÓLAR que ACSH«.
Tom Philpott, un antiguo periodista de la revista Mother Jones, que ha escrito en contra de los cultivos genéticamente modificados durante varios años, también ha sentido el acoso de la industria:
«Se trata de ataques totalmente infundados contra la credibilidad de un periodista, bien diseñados para socavar su relación con su empleador«
Mientras acosa a los reporteros cuya cobertura considera negativa, Monsanto también ha encontrado formas de apoyar a otros periodistas para que promuevan sus mensajes. Los documentos internos de Monsanto muestran que cuando la compañía quiso desacreditar a la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), después de que el grupo clasificara al herbicida con glifosato de Monsanto como un probable carcinógeno, Monsanto recurrió a un reportero de Reuters con sede en Londres con sugerencias específicas sobre la historia.
Los correos electrónicos muestran que un artículo publicado en junio de 2017 por Reuters que planteaba preguntas sobre la integridad de la revisión del glifosato por parte de la IARC, fue enviado secretamente a la agencia de noticias por el ejecutivo de Monsanto, Sam Murphey. Murphey le entregó al reportero documentos que aún no se habían presentado públicamente en la corte, junto con la narración de la historia deseada por Monsanto, y unas diapositivas con sugerencias de los puntos que se debían incluir en la historia. El artículo, que no reveló a Monsanto como la fuente, siguió de cerca las sugerencias de Monsanto, según muestran los correos electrónicos.
Otro correo electrónico recientemente publicado detalla cómo las huellas dactilares de Monsanto estaban, en por lo menos, otras dos historias de Reuters sobre el IARC. Un correo electrónico, del 1 de marzo de 2016, habla de la participación de la agencia «Bandera Roja» de Monsanto en una historia crítica con el IARC de Reuters, y el deseo de Monsanto de influir en una segunda historia similar que Reuters estaba planeando. Red Flag es una empresa de relaciones públicas y lobby con sede en Dublín. Según el correo electrónico, «tras el compromiso de Red Flag hace algunos meses, el primer artículo fue bastante crítico con el IARC«. El correo electrónico continúa: «También sabrá que Red Flag está en contacto con Reuters en relación con el segundo informe de la serie….»
Poco más de un mes después, Reuters publicó un artículo titulado «Informe Especial»: Cómo la agencia de cáncer de la Organización Mundial de la Salud confunde a los consumidores«.
Los artículos en cuestión fueron compartidos por ACSH, el Consejo Americano de Química, Monsanto y otros.
En Europa, la fiscalía francesa está investigando la campaña de manipulación de Monsanto a periodistas y otros, incluyendo los archivos secretos de individuos influyentes recopilados por la firma de relaciones públicas de Monsanto, FleishmanHillard. Bayer AG, la empresa alemana que adquirió Monsanto el pasado mes de junio, ha admitido que FleishmanHillard creó listas de personas en Francia, Alemania, Italia, los Países Bajos, Polonia, España y el Reino Unido para Monsanto. La compañía se ha disculpado por los archivos secretos y ha dicho que está contratando a un bufete de abogados externo para que investigue el asunto.
En Estados Unidos, Raymond Kerins, jefe de comunicaciones de Bayer, me dijo que la empresa «desea la apertura y el trato justo con todos nuestros públicos, incluidos los medios de comunicación«.
El comentario suena hueco en la medida que los ataques contra mí y otros periodistas continúan circulando y la historia de acoso y manipulación de los medios de comunicación de Monsanto parece estar creciendo – al igual que el número de demandantes que alegan que el Roundup causa cáncer crece también.
Es hora de que termine la deshonestidad.
- Carey Gillam es periodista, autora, e investigadora de US Right to Know, un grupo de investigación de la industria alimentaria sin ánimo de lucro.