Ningún estado europeo quiere solicitar la renovación del glifosato en 2019 por los escándalos por plagio a Monsanto y las dudas sobre su capacidad de dañar al ADN. Aportamos los últimos estudios.
Aprobación del glifosato bajo sospecha
En diciembre de 2017, Europa renovó la autorización del uso del plaguicida glifosato. La presión social consiguió que la renovación fuera por 5 años en lugar de los 15 iniciales.
Ahora, un informe del Parlamento Europeo desvela que la aprobación del glifosato se basó en un texto plagiado a Monsanto.
Una investigación encargada por un grupo de europarlamentarios encontró «pruebas claras» de que el Instituto Federal de Evaluación de Riesgos (BfR) encargado de la evaluación del glifosato, fingió deliberadamente que desarrollaba una evaluación independiente, cuando en realidad la autoridad copió la evaluación de los solicitantes de la industria.
Es decir, la autoridad encargada de la evaluación copió párrafos enteros de los estudios de Monsanto. Monsanto actuó de legislador.
El estudio encontró plagio en el 50,1% de los capítulos que evaluaban los riesgos para la salud, incluidos párrafos completos y páginas completas de texto.
En España, este «copia y pega» se produjo con el tiabendazol de Syngenta durante el gobierno de Rajoy.
Glifosato cancerígeno, ¿sí o no?
Un nuevo estudio revisado por pares, escrito por el Dr. Charles Benbrook y publicado en Environmental Sciences Europe responde a la pregunta de cómo y por qué la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) llegó a conclusiones sobre la genotoxicidad del glifosato diametralmente opuestas a la Agencia Internacional de Estudios sobre el Cáncer (IARC), perteneciente a la Organización Mundial de la Salud .
El estudio muestra que las agencias públicas (EPA y EFSA) se basaron en estudios de la industria, imparciales y secretos (lo que imposibilita su verificación y el acceso al público en su derecho a conocer). El 99% de estos estudios encontró que el glifosato no era genotóxico.
La IARC sólo evalúa a partir de estudios publicados y que permiten repetición de ensayos. El 74% de los estudios analizados por la IARC encontró que el glifosato sí era genotóxico.
Las opiniones de las agencias sobre el potencial genotóxico del glifosato desempeñaron un papel crucial en sus diferentes conclusiones acerca de la carcinogenicidad del glifosato, ya que la genotoxicidad es uno de los dos mecanismos por los cuales la IARC considera que el glifosato es carcinógeno (el otro es el estrés oxidativo).
El artículo concluye que las clasificaciones de cáncer de la EPA y EFSA, que se basaron en los mismos datos y se alcanzaron de manera similar, carecen de fundamento científico.
De manera global, el artículo muestra que la forma en que se evalúan los riesgos de los pesticidas no es adecuada y expone a las personas y al medio ambiente a riesgos inaceptables.
Nadie solicita la renovación del glifosato
Como consecuencia natural a los numerosos escándalos y a la presión social de la población, la Comisión Europea no encuentra ningún estado miembro que hacerse cargo de la responsabilidad de solicitar la renovación del glifosato, algo necesario para que se produzca la renovación.
Si la Comisión no ve posibilidad de que se renueve la autorización por el procedimiento habitual puede que opte por la excepcionalidad, es decir, por la renovación por un período corto en espera de que se llegue a un consenso.
Esta prórroga sucede de forma habitual cuando no ha habido suficiente tiempo para evaluar la sustancia activa en cuestión. Pero sería otro escándalo más si se produjera por la falta de un solicitante.
Según Anca Paduraru, portavoz de la Comisión «Ningún país quiere ser el relator principal, por lo que estamos estudiando qué cambios son necesarios en la legislación para permitir un grupo de relatores»
Independientemente de lo que haga la Comisión para remediar la situación, deberá actuar antes de finales de 2019, cuando vence el periodo de solicitud por parte de un estado y los fabricantes de glifosato presenten su expediente.
Si no hay renovación, los plaguicidas a base de glifosato dejarán de comercializarse y sus productores (Bayer) tendrían derecho a exigir en los tribunales un resarcimiento por daños, incluidos los futuros ingresos no percibidos, recayendo la responsabilidad en la Comisión Europea.
De todo lo anterior se trasluce que el sistema de evaluación de pesticidas es un sistema corrupto en el que priman los intereses de la industria frente a la salud de la población y el medio ambiente de todas.
El sistema necesita una revisión urgente y profunda.