Las noticias sobre la contaminación de huevos en 19 países con insecticida fipronil nos han acompañado todo el verano.
España, como primer consumidor de pesticidas de Europa, no se libra de esta contaminación y ya se han inmovilizado partidas de huevos en País Vasco y Cataluña.
La parte positiva de esta contaminación es que ha puesto en tela de juicio el actual sistema alimentario que conlleva un uso excesivo de pesticidas.
Compartimos el último artículo de El Mundo que da los datos básicos de la intoxicación de huevos y otros productos alimentarios pero, sobre todo, da voz a las víctimas de pesticidas que colaboraron en nuestra jornada de Semana Sin Pesticidas de abril.
Leer el artículo de El Mundo: «Expuestos día a día».
Sin embargo, el artículo pasa por alto una característica del insecticida fipronil que debe tenerse en cuenta a la hora de gestionar su uso y su legalidad.
Es importante llamar la atención sobre un aspecto del que no se está informando: el insecticida fipronil es un contaminante hormonal, y como tal tiene unas características especiales que no se están teniendo en cuenta.
El fipronil es un disruptor endocrino
El insecticida fipronil se utiliza para la desparasitación de mascotas, pero también se encuentra en insecticidas domésticos empleados contra hormigas y termitas.
Se trata de un insecticida neurotóxico clasificado como «moderadamente tóxico» por la Organización Mundial de la Salud en base a evaluaciones de los años 1997 y 2000.
Pero las evaluaciones de la OMS no contemplan el hecho de que el fipronil es un disruptor endocrino, es decir, una sustancia que daña a nuestro sistema de señales internas u hormonas, con lo que puede causar efectos adversos en la salud.
En concreto, estudios científicos independientes, tanto in vitro como en animales, indican que el fipronil afecta a la producción de hormonas tiroideas.
Por esta razón, aparece en la lista de pesticidas disruptores endocrinos de la Red de Acción contra Pesticidas (Pesticide Action network) y fue uno de los pesticidas que Ecologistas en Acción buscó en los alimentos españoles al realizar su informe de residuos de plaguicidas en alimentos.
Ninguna cantidad de contaminante hormonal es segura
Aunque los expertos aseguran que para que exista una intoxicación aguda por fipronil sería necesario comer docenas de huevos al día, olvidan que al ser un disruptor endocrino, pequeñas dosis pueden generar efectos que aparezcan a largo plazo e incluso en futuras generaciones. Esta es la forma de actuación de los contaminantes hormonales.
Desde Ecologistas en Acción llevamos años exigiendo a las autoridades europeas que prohíban las sustancias que alterna el sistema hormonal, que se encuentran en nuestros alimentos y objetos habituales y que están sometiendo a la población a numerosas y crueles enfermedades.
Un ejemplo de estas enfermedades es la experiencia de Judith Marqués, trabajadora de parques y jardines que tras sufrir exposición a pesticidas en su trabajo, fue diagnosticada de Sensibilidad Química Múltiple, fibromialgia y síndrome de fatiga crónica.
Para quien no la haya disfrutado, volvemos a compartir la ponencia de Judith Marqués en las jornadas que Ecologistas en Acción celebró junto a Fundación Alborada, Fodesam y Movemos Europa.
Debemos cambiar hacia un sistema en el que los pesticidas sean la última opción a utilizar, algo que ya predica la legislación europea.