La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) debería proporcionar un asesoramiento independiente y transparente sobre la seguridad de los plaguicidas. Algo muy difícil cuando más de la mitad de sus expertos tiene intereses comerciales en la industria.
Una revisión de autorizaciones a plaguicidas genotóxicos y disruptores hormonales pone al descubierto el sesgo ideológico de la agencia que debería velar por nuestra seguridad alimentaria.
¿Ciencia o ideología?
Según su reglamento fundacional, la EFSA debe proporcionar un asesoramiento independiente, exhaustivo y transparente sobre la seguridad de los alimentos. Esto incluye los plaguicidas que se emplean para cultivarlos.
Sin embargo, «la agencia es conocida por sus frecuentes conflictos de intereses», según el Tribunal de Cuentas Europeo. De hecho, la mitad de sus expertos tienen intereses comerciales que pueden entrar en conflicto con su función en el ámbito de la salud pública.
De hecho, la EFSA ha demostrado que los intereses comerciales de la industria le interesan más que la salud de la población en los casos de los plaguicidas genotóxicos, que reaccionan con nuestro ADN, y los disruptores endocrinos, que perturban el sistema hormonal, según una revisión de la Red de Acción en Plaguicidas (PAN).
PAN ha descubierto que la agencia ignoró las pruebas sobre el riesgo de cáncer y tergiversó el reglamento de plaguicidas para dar luz verde a 12 plaguicidas nocivos.
Así, gracias a las opiniones de la EFSA, una familia de plaguicidas nocivos, de los que se sabe o se sospecha que producen subproductos cancerígenos, siguen utilizándose ampliamente en Europa.
La exposición crónica e incontrolada de la población a estas sustancias podría ser perjudicial incluso en dosis bajas, según PAN.
La industria dictando políticas
Las EFSA averiguó, gracias a pruebas in vitro y ensayos celulares, que los subproductos de ciertos plaguicidas causaban daños genéticos que podrían provocar cáncer. Pero, de forma «insólita» la agencia bloqueó las pruebas finales con animales y declaró que los plaguicidas eran seguros.
Sin referencias científicas, argumentó que las dosis bajas eran aceptables, algo que contradice el principio de exposición cero para este tipo de plaguicidas, central en Reglamento plaguicidas del 2009.
Como muestra la revisión de PAN, una de las políticas fue copiada literalmente de un documento de posición de la industria, otras fueron diseñadas por grupos de presión de la industria química, expertos vinculados a la industria o personas con un historial de apoyo a los intereses de la industria.
Estas personas dominaron los paneles de la EFSA que prepararon el camino para la aprobación de los 12 plaguicidas. ¿La razón a este comportamiento? Los cientos de millones de euros en ventas anuales que se estima a estas sustancias.
EFSA y ciencia
La EFSA sigue desestimado todas las propuestas de científicos independientes de alto nivel pertenecientes a la respetada Sociedad de Endocrinología, a pesar de estar legalmente obligada a seguir los nuevos descubrimientos científicos.
En febrero, esta Sociedad advirtió a la EFSA de que cometía errores científicos sustanciales en sus evaluaciones, reflejando un enfoque de hace décadas. De nuevo fue ignorada.
Según PAN, las acciones de la agencia siguen una ideología que minimiza los riesgos e ignora las pruebas críticas de los científicos independientes para favorecer los intereses comerciales.