El sector sanitario comienza a buscar alternativas a los productos plásticos más tóxicos, como bolsas de sangre y jeringuillas, con ftalatos o bisfenol A que entran en el cuerpo de los pacientes y pueden producir efectos adversos.
Es necesario incrementar la conciencia del sector de la salud sobre las acciones que puede adoptar para eliminar el uso de plásticos nocivos. Se puede brindar atención de alta calidad sin comprometer la seguridad del paciente.
Plástico que salva vidas y también contamina
El sector sanitario emplea una amplia variedad de productos de plástico que brindan a los pacientes tratamientos eficaces. Pero es importante comprender el impacto que tienen en la salud humana los plásticos que se utilizan en estos dispositivos médicos.
Las investigaciones han detectado que hay tóxicos en el plástico, como los ftalatos y los bisfenoles, que pasan al cuerpo.
La gran preocupación en torno a estas sustancias radica en que son disruptores endocrinos, que pueden interferir en el funcionamiento normal del sistema endocrino humano. Por lo tanto, pueden constituir un peligro para los diferentes procesos psicológicos y del desarrollo de las y los pacientes. Los disruptores endocrinos pueden afectar al cuerpo humano en concentraciones muy bajas, combinarse con otros y generar efectos aditivos.
Esto plantea un dilema. No queremos esta contaminación del plástico. Pero este plástico está salvando vidas continuamente. ¿Cómo resolver el dilema?
Parece que la solución más sensata es introducir alternativas más seguras para evitar la exposición de los pacientes.
Estas alternativas son especialmente importantes con grupos vulnerables, como los fetos, la infancia y las mujeres embarazadas para quienes está demostrado que los disruptores endocrinos pueden tener unos efectos más devastadores.
Ftalatos y bisfenol A
Los ftalatos son abundantes en los productos sanitarios de policloruro de vinilo (PVC), tales como bolsas de sangre, bolsas de soluciones intravenosas, tubos, catéteres, máscaras respiratorias y guantes desechables.
Un ftalato, el Di(2-etilhexil)ftalato (DEHP, por sus siglas en inglés) es desde hace muchos años el plastificante más utilizado en productos sanitarios. Esta sustancia puede llegar a constituir en peso hasta el 40% de las bolsas de soluciones intravenosas y hasta el 80 % de los tubos.
La filtración de DEHP en productos sanitarios de PVC ha sido documentada desde fines de la década de los sesenta. El uso de productos sanitarios de PVC podría derivar en una exposición a DEHP superior a la de las fuentes cotidianas que afectan a la población general.
El bisfenol A (BPA, por sus siglas en inglés) es la sustancia química utilizada en la producción de policarbonato, las resinas epoxi y el poliacrilato. El BPA también se utiliza como antioxidante en la polimerización de PVC.
El BPA se emplea en productos sanitarios que tienen contacto tanto directo como indirecto con el paciente, entre ellos, incubadoras, jeringas y oxigenadores. Se ha demostrado que el BPA se filtra de los productos sanitarios y entra en el cuerpo. Algunos fabricantes están sustituyendo el BPA por otros bisfenoles, con iguales o incluso peores efectos en la salud.
Hacia una salud sin sustancias tóxicas
En el mercado ya existen alternativas al uso de PVC, DEHP y BPA en la práctica médica. La organización Health Care Without Harm Europe (Cuidado de la Salud sin daños Europa) promueve la sustitución de las sustancias nocivas en el sector sanitario por alternativas con perfiles toxicológicos más seguros.
Además del ejemplo de las bolsas de sangre sin PVC, Health Care Without Harm Europe destaca otros ejemplos de alternativas en su informe «Hacia un cuidado de la salud sin sustancias tóxicas» (en castellano).
Para que la sustitución de los plásticos más tóxicos se concrete es necesario respaldar el cambio con medidas políticas. Un ejemplo de estas medidas son las adoptadas en Francia, donde los tubos con contenido de DEHP están prohibidos en los servicios de pediatría, neonatología y maternidad de los hospitales.