La concentración de espermatozoides en el semen de los occidentales cae en picado, un 52% en los últimos 40 años. Esta reducción también se relaciona con un peor estado de salud general y una mayor mortalidad.
Disruptores endocrinos y espermatozoides
La contaminación invisible con disruptores endocrinos de los productos de consumo habitual se está cobrando pequeñas víctimas en los últimos 40 años: los espermatozoides de los hombres occidentales.
Así lo indica, además del aumento de la cifra de negocio de las clínicas de fertilidad, una revisión de 7.500 estudios científicos. El meta-análisis cifra en 52% el declive en la concentración de espermatozoides de los hombres de Norte América, Europa y Australia.
La pérdida de fecundidad masculina no es la única consecuencia del declive de espermatozoides. También se relaciona con un peor estado de salud general y con una mayor mortalidad, según el meta-análisis, llevado a cabo por la Universidad de Jerusalem.
Así, la reducción del recuento de espermatozoides predice una mayor mortalidad y morbilidad. Es por tanto un problema de salud pública, que se asocia a una carga económica y social con efectos muy extendidos como criptorquidia, hipospadias y cáncer testicular.
El estudio relaciona «de manera plausible» la pérdida de calidad del semen con múltiples influencias ambientales, incluidos los disruptores endocrinos.
El recuento de espermatozoides puede reflejar de manera sensible los impactos del entorno moderno en la salud masculina a lo largo del ciclo de vida.
El declive en cifras
La revisión de 7.500 estudios científicos sobre fertilidad masculina tiene resultados devastadores: pérdida del 52% de la concentración de espermatozoides y del 59,3% en su recuento, en América del Norte, Europa y Australia entre 1973 y 2011.
La concentración de espermatozoides disminuyó una media de un 1,4% por año, con una disminución general del 52,4%.
Las tendencias para el recuento total fueron una disminución media del 1,6% anual y una disminución general del 59,3%.
Disruptores endocrinos e infertilidad
Este meta-análisis confirma que la salud reproductiva y la fecundidad están seriamente afectadas por factores ambientales, con especial importancia de la exposición a disruptores endocrinos tanto en la etapa prenatal como en la edad adulta.
No es casualidad que las tasas de pérdida de fertilidad masculina se disparen en las zonas de más consumo del planeta ya que hay una contaminación invisible que se esconde en los productos de consumo.
Los disruptores endocrinos o contaminantes hormonales se esconden en los plásticos de los envases, en los pesticidas que rocían sobre los alimentos, en los cosméticos , en los aditivos alimentarios, en sustancias que impregnan la ropa, en elementos del hogar y un largo etcétera de objetos habituales.
Estas sustancias tóxicas modifican el funcionamiento del sistema hormonal, sin que su presencia aparezca en ninguna etiqueta.
De hecho, la investigación sugiere que el recuento de espermatozoides puede ser un indicador de los impactos del ambiente moderno sobre la salud, una especie de «canario en una mina de carbón» que avisa de la enorme contaminación y la posible presencia de riesgos más amplios para la salud.
¿Qué hacer?
A nivel individual, podemos evitar en la medida de lo posible los plásticos y los productos sintéticos en cosmética y de limpieza además de comer alimentos sin pesticidas.
Pero la auténtica solución viene de mano de las autoridades, que deben legislar los disruptores endocrinos para tomar medidas urgentes de reducción de la exposición humana a estas sustancias.
Algunos países, como Francia, han hecho público que van a dar a conocer los disruptores endocrinos presentes en los productos de consumo. También Europa se encuentra en un proceso lento de legislación de este tipo de tóxicos de efecto insidioso. Por su parte, España no está tomando ninguna medida al respecto.