La semana pasada salió a la luz el escándalo de la manipulación de las pruebas de emisiones del Grupo Volkswagen en 11 millones de vehículos, para ajustarse a los límites legales de CO2 y óxidos de nitrógeno (NOx).
Según una estimación de The Guardian, Volkswagen podría ser responsable de un extra de emisiones de entre 237,161 hasta 948.691 toneladas de NOx al año. Es decir, hasta 25 veces más que la central térmica de Drax, la más grande de Europa Occidental, que emite 39.000 tn de NOx al año o las emisiones equivalentes a Inglaterra en ese periodo. Y aún está por descubrir el alcance real, es decir, cuántos coches de Volkswagen u otras marcas han emitido por encima de los límites legales en todo el mundo.
Problema de salud pública
La manipulación de Volkswagen ha permitido que las emisiones de NOx hayan sido hasta 40 veces superiores a los niveles autorizados, lo que dado el número de vehículos afectados y a la peligrosidad de estas emisiones puede considerarse una agresión a la salud pública. La contaminación del aire es una causa de muerte importante en Europa, donde el año pasado 500.000 personas murieron prematuramente por esta causa, según datos de Ecologistas en Acción.
Los motores diésel son más contaminantes que los gasolina: emiten 20 veces más partículas, relacionadas con problemas respiratorios y 4 veces más óxidos de nitrógeno. Los NOx son los precursores del smog o niebla fotoquímica, esa capa amarillenta con ozono que hace irrespirable el aire de muchas poblaciones y puede generar enfermedades como bronquitis o enfisemas. Otros contaminantes peligrosos del diésel son el dióxido de azufre y los hidrocarburo policíclicos aromáticos (PAHs), como el benceno, tolueno y benzopireno entre otros.
Cancerígeno y contaminante hormonal
Los humos de motor diésel han sido clasificados como cancerígenos para el ser humano en la categoría 1 de la IARC, International Agency for Research on Cancer, por existir pruebas suficientes de su relación con el cáncer de pulmón. La IARC insta a la población mundial a reducir su exposición a los humos de diésel, ya que no existe dosis de exposición laboral ni ambiental segura para los agentes cancerígenos.
El humo de motor diésel también está recogido en la lista de la organización The Endocrine Disruption Exchange como potencial contaminante hormonal o disruptor endocrino, EDC, ya que existen estudios científicos que relacionan la exposición a estos humos con efectos en el desarrollo, como por ejemplo, la masculinización del feto durante el embarazo o reducción de, peso al nacer. La exposición a concentraciones muy bajas de los tóxicos del humo de diésel en momentos críticos, como el embarazo, pueden alterar el desarrollo del niño y presentar daños incluso en generaciones futuras.
Es de vital importancia que los gobiernos revisen los automóviles sospechosos de haber sido modificados y lleven a cabo un control realmente exhaustivo de las emisiones para reducir en lo posible la exposición de la población a estas sustancias peligrosas para la salud.