La sangre de todos los responsables políticos analizados contiene compuestos per y poli fluoroalquilados (conocidos como PFAS o “forever chemicals”), tóxicos muy persistentes asociados a serios daños sobre la salud.
Analizan su sangre en busca de PFAS
Responsables políticos europeos tienen en su sangre hasta siete sustancias per y polifluoroalquiladas (PFAS) diferentes, como muestran las analíticas que se prestaron a hacer voluntariamente.
Estos resultados conciencian sobre una realidad: los PFAS son tóxicos muy persistentes, que contaminan en la actualidad la sangre de todas las personas en la Unión Europea, de los que las y los políticos suponen una pequeña muestra.
Los PFAS están en el aire, el polvo, en el agua potable y en alimentos tanto de origen animal como vegetal (ya que multitud de plaguicidas son PFAS). Precisamente, alimentos, agua potable y polvo doméstico son las principales fuentes de exposición para adultos, mientras que el contacto de las manos a la boca con productos de consumo y el polvo doméstico es la fuente más importante para la infancia.
Se han empleado durante décadas para impermeabilizar todo tipo de materiales, ropa, utensilios de cocina, envases de cartón de comida rápida, cosméticos, plásticos, pinturas, pesticidas, dispositivos médicos, productos de construcción, electrónica, etc.
¿Por qué preocupa esta contaminación? Porque los PFAS están relacionados con graves daños a la salud, con frecuencia a bajas concentraciones, como cáncer, daños en el hígado, el timo y el bazo. También se relacionan con efectos adversos sobre la fertilidad y el desarrollo, efectos neurotóxicos y reducción de la respuesta inmunitaria, enfermedades tiroideas y colesterol elevado.
Además, los análisis de la población detectan una «exposición generalizada a PFAS que excede los valores orientativos basados en la salud”. Todos los jóvenes analizados están contaminados, y una cuarta parte superaba el nivel de preocupación para la salud.
Es decir, la contaminación por PFAS constituye un problema de salud pública.
Por esta razón, la Oficina Europea de Medio Ambiente (EEB) junto con otras organizaciones europeas, como Ecologistas en Acción y Hogar Sin Tóxicos están llevando a cabo una campaña de información sobre estas sustancias, tanto a responsables políticos como al público en general.
Resultados: todas las muestras tienen PFAS
Se prestaron a analizar su sangre 3 vicepresidentes de la Comisión Europea, el Comisario de Medio Ambiente, la directora de la Agencia Europea de Medio Ambiente y varios europarlamentarios. Todos, ellas y ellos, dieron positivo en PFAS. Cinco superaron los niveles de referencia no legales. Los 7 PFAS detectados han sido PFOA, PFNA, PFDA, PFUnDA, PFHxS, PFHpS y PFOS.
También han colaborado dos políticos españoles: el Vicepresidente del Comité de Medio Ambiente del Parlamento Europeo, César Luena y el Eurodiputado Miguel Urbán. A ambos les detectaron 6 PFAS diferentes en su sangre, siendo la sustancia más abundante el PFOS. Que el PFOS o «sulfonato de perfluorooctano», prohibido ya, sea el más abundante es lo habitual porque fue el primer PFAS comercializado a mediados del siglo pasado.
Todos ellos tenían PFAS pero ninguno sabrá si por encima de los límites legales… porque no hay límites legales.
No hay niveles de referencia reglamentarios
Tras décadas de fabricación de estos «químicos para siempre», es vergonzoso que la UE aún no haya establecido límites legales por debajo de los cuales pueda garantizarse la seguridad de la población.
La comunidad científica ha establecido dos niveles de referencia no reglamentarios para el PFOA y el PFOS (no para el resto de PFAS), basados en los estudios de biomonitorización humana, diciendo que «por encima de estos valores, no pueden descartarse repercusiones en la salud».
Los dos niveles de referencia son:
- HBM I (límite de control): Por debajo del cual no se esperan efectos sobre la salud aunque se recomienda evitar la exposición.
- HBM II (límite de acción): Una exposición por encima significa que es posible que exista un riesgo de efectos sobre la salud a largo plazo. En se recomienda buscar fuentes de PFAS en su entorno y evitar una mayor exposición. También se recomienda atención y seguimiento inmediatos, especialmente si la persona tiene otros factores de riesgo (por ejemplo, obesidad, tabaquismo, diabetes, hipertensión, etc.) o si está embarazada.
- Una exposición entre los dos valores HBM I y HBM II: significa que no puede descartarse un mayor riesgo de efectos adversos para la salud.
Puede verse en la siguiente tabla los resultados de los políticos y los niveles no reglamentarios de referencia:
Como problema de salud pública, son imprescindibles unos valores de referencia reglamentarios basados en el conocimiento científico.
¿Cuál es la solución?
La amplia contaminación por PFAS que muestran los resultados de los análisis de sangre dejan claro:
- que la legislación europea de sustancias químicas (el REACH) no ha funcionado a la hora de protegerlos frente al PFOS ni otros PFAS.
- que la industria ha llevado a cabo lo que se conoce como «sustitución lamentable» ya que se detectan otros PFAS (también tóxicos) con los que la industria ha ido sustituyendo al prohibido PFOS.
La única manera de afrontar esta crisis es restringir todos PFAS en conjunto, lo que debería suceder con la actual propuesta de restricción de la UE.
El REACH del 2006 ha quedado obsoleto, ineficaz. Es imprescindible llevar a cabo la reforma de este Reglamento, retrasada por las presiones industriales a la Comisión Europea. Son las deficiencias del actual Reglamento REACH las que han permitido que la contaminación por PFAS haya llegado a este nivel.
Por otro lado, debe continuar la propuesta de cinco estados de la UE de una prohibición global de PFAS. Pero este proceso puede llevar años hasta que estos químicos peligrosos se eliminen gradualmente en toda Europa.
Si a los responsables políticos no les mueve a la acción el hecho de estar contaminados con sustancias relacionadas con enfermedades graves, igual sí lo hace el dinero: los 52 y 84 mil millones de euros que puede suponer el coste sanitario anual derivado de la exposición a los PFAS en Europa.
Recordemos que los PFAS no son degradables, cada molécula nueva que se fabrique quedará en el medio ambiente o nuestros cuerpos.