Ropa de bebé con fármacos y otros 300 tóxicos

ropa de bebé
Un estudio granadino detecta fármacos y otras 300 sustancias, como plaguicidas y plastificantes, en la ropa de bebé.

Analizan la ropa de bebé

Un estudio del Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada (ibs.GRANADA) muestra la peligrosa y rutinaria exposición a sustancias tóxicas a través de ropa, en especial de la ropa de bebé.

Este estudio es el primero a nivel mundial en analizar todas las sustancias detectables en la ropa de bebé, empleando la técnica de cribado no dirigido y de sospechas (NTS-SS).

El equipo científico recolectó prendas infantiles de hogares, guarderías y tiendas de Granada, estudiando ropa nueva y usada. Cada muestra se analizó en cuatro condiciones diferentes, desde enjuagues solo con agua hasta extracciones químicas más agresivas, para observar la facilidad con la que los compuestos salen de las telas, lo que indicaría su capacidad para penetrar en nuestro cuerpo.

Con este método, detectaron 303 sustancias químicas en las 43 piezas de ropa de bebé analizadas.

Fármacos y tóxicos detectados en la ropa de bebé

El estudio concluye que la ropa de bebé (aplicable a la de personas adultas) puede exponer a cientos de sustancias químicas distintas, algunas de las cuales son tóxicos con usos industriales y de consumo.

Sorprende que más de la mitad de las muestras de tela, incluso tras un simple lavado con agua, liberaran fármacos, que incluían opioides (oxicodona, oximorfona), antidepresivos como la venlafaxina presente en más de la mitad de las prendas analizadas, hormonas (estriol, nandrolona) y reguladores tiroideos.

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Otras sustancias detectadas fueron:

  • Pesticidas y biocidas, como el insecticida dietiltoluamida o DEET y el herbicida metamitrona, asociados con riesgos respiratorios, hormonales y cancerígenos. El hecho de que algunos de estos tóxicos se filtraran de las telas con solo agua destilada sugiere que podrían absorberse durante el uso normal. 
  • Ingredientes de plaguicidas, tintes, cosméticos y productos de limpieza, como el fosfato de trifenilo, el fosfato de difenilo y el butóxido de piperonilo, que causan daños en el desarrollo de animales de laboratorio, o el ftalato DEHP, habitual en el plástico de PVC, y conocido por ser un disruptor endocrino.
  • Los surfactantes, como el lauril sulfato de sodio, son ingredientes comunes en los detergentes y los cosméticos y pueden causar problemas cutáneos, oculares y respiratorios.
  • Aditivos y saborizantes alimentarios, entre los que se encontraron parabenos, conservantes restringidos en algunos alimentos y cosméticos por sus efectos disruptores hormonales.
  • Fragancias como los almizcles sintéticos (tonalida y galaxolidona) y el 1-feniletanol, muchos de los cuales persisten en el medio ambiente y pueden alterar el sistema hormonal.
  • Conservantes, como benzotiazoles y benzotriazoles, compuestos con toxicidad endocrina y ambiental. Casi el 95 % de la ropa de bebé analizada contenía metilparabeno. También el alcohol bencílico, vinculado a problemas de salud como el síndrome de jadeo en recién nacidos prematuros y malformaciones cardíacas o cerebrales en estudios con animales.

Casi el 95 % de la ropa de bebé analizada contenía metilparabeno que no queremos en cosméticos ni en la ropa.

  • Filtros UV e inhibidores de corrosión, como las benzofenonas y el 4-metilbencilideno alcanfor, potenciales disruptores hormonales y carcinógenos.
  • Los retardantes de llama, empleados para evitar que la ropa arda. Algunos de estos compuestos causan alteraciones hormonales, dañando la función tiroidea y el equilibrio estrogénico, y se han vinculado con problemas de desarrollo y salud en bebés.
  • Otros plastificantes, como bisfenoles y sus sustitutos, utilizados para que los productos de plástico sean más flexibles y duraderos. Los sustitutos del bisfenol A, como el bisfenol S detectado en el 30% de las prendas analizadas, también son disruptores endocrinos que pueden provocar problemas reproductivos o de desarrollo.  
  • Otros productos químicos menos conocidos, como la acridina y la acridona, que son genotóxicos, es decir, pueden dañar el ADN.

Que algunos de estos tóxicos salieran de la ropa de bebé con solo agua destilada sugiere que podrían absorberse durante el uso normal. 

Aunque el tamaño de la muestra de este estudio fue modesto, sus hallazgos también plantean interrogantes sobre nuestra comprensión de la exposición a sustancias químicas en la ropa de uso diario.

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Exposición cutánea diaria

Aunque nos exponemos a tóxicos por diversas vías (aire, agua, alimentos), la absorción a través de la piel o cutánea preocupa aún más porque las sustancias químicas pasan directamente al torrente sanguíneo, sin pasar por el filtro del hígado como ocurre en la exposición oral.

La absorción cutánea preocupa porque las sustancias pasan directamente al torrente sanguíneo.

Incluso pequeñas dosis de disruptores endocrinos, que interfieren con los sistemas hormonales, se han vinculado con problemas a largo plazo como infertilidad, trastornos del desarrollo y ciertos tipos de cáncer en etapas posteriores de la vida.

Además, el inesperado descubrimiento de productos farmacéuticos sugiere que las vías de contaminación no se comprenden del todo.

Las lagunas en la regulación ponen en riesgo la salud

El estudio destaca además que la normativa actual no es suficiente para proteger frente a esta gran variedad de sustancias químicas presentes en la ropa, lo que podría significar que los bebés, que por su pequeño tamaño y órganos en desarrollo son especialmente sensibles a tóxicos, estén expuestos a compuestos potencialmente dañinos simplemente por estar vestidos.

Significa exposición a compuestos potencialmente dañinos simplemente por estar vestidos.

La fabricación textil moderna  implica una amplia gama de sustancias, más de 8.000 según algunas estimaciones que incluyen, además de los anteriores, las sustancias perfluoroalquiladas (PFAS o ‘sustancias químicas permanentes utilizadas para la resistencia al agua’) cuya fabricación esperamos que la Unión Europea prohíba.

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Dado que la fabricación de textiles se realiza a gran escala, a menudo en varios países con normas diversas, el seguimiento y el control del uso de sustancias químicas se vuelven extremadamente difíciles.

Nuestra ropa, especialmente la ropa de bebé, merece la misma atención en materia de seguridad química que la que prestamos a lo que comemos o nos aplicamos en la piel. El Reino Unido, por ejemplo, está considerando un proyecto de ley para restringir el nivel de microplásticos y sustancias químicas permanentes PFAS en los uniformes escolares.

Posibles soluciones a la toxicidad textil

El equipo investigador sugiere a la Unión Europea soluciones como:

  • Establecer límites de cada tóxico que se puede transferir de la tela a la piel,
  • etiquetas con todos los ingredientes de los textiles,
  • más análisis para detectar tóxicos, incluyendo a los textiles importados.

Como consejos personales:

  • lavar toda la ropa nueva una o dos veces antes de usarla,
  • elegir ropa hecha con materiales naturales
  • y buscar prendas con la leyenda ‘libre de PFAS’, evitar prendas etiquetadas como ‘resistentes a las manchas’, ‘repelentes al agua’, ‘antiarrugas’, ‘resistentes al fuego’ o ‘antiestáticos’.

Está claro que la industria textil plantea riesgos para la salud pública que deben eliminarse.

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