Para luchar contra el cáncer o ayudar a la agricultura y a la naturaleza, los gobiernos deben dejar de trabajar con agroquímicas como Bayer.
Bayer y su rastro tóxico
Un nuevo informe – «Bayer’s toxic trails, Market power, monopolies, and the global lobbying of an agrochemical giant» de la organización Corporate Europe Observatory profundiza en el oscuro presente y pasado del gigante agroquímico alemán Bayer.
Ya sea con el glifosato, con los organismos modificados genéticamente (OGM por sus siglas en inglés) o con el calentamiento global, el informe sigue el rastro de cabildeo o lobby de Bayer y revela cómo la empresa influye en la política europea y mundial para obtener sus intereses privados, esto es:
- mantener el monopolio de los mercados de semillas y pesticidas,
- luchar contra la regulación de plaguicidas y
- limitar su responsabilidad legal, en casos como las 170.000 demandas que han presentado personas usuarias de glifosato en Estados Unidos por la falta de información sobre los efectos en la salud del herbicida Roundup (glifosato).
Hallazgos de la investigación a la Bayer
En los últimos dos años, Bayer se ha convertido en uno de los principales lobistas de la UE y de todo el mundo.
Bayer en el mundo
El año 2022, Bayer declaró haber gastado 49 millones de euros en actividades de lobby en todo el mundo (incluido el sector farmacéutico de sus operaciones). También gastó 26 millones de euros adicionales en «honorarios de asociaciones comerciales» como Croplife, Euroseeds o EuropaBio para que hagan lobby en su nombre.
Esto significa que Bayer gastó la asombrosa cantidad de 75 millones de euros en actividades de lobby en todo el mundo en 2022, aunque la empresa no lo indique claramente como gastos de lobby.
Este «presupuesto global de lobby» incluye 18 millones de dólares para «lobbying internacional» para presionar en temas en los que las organizaciones globales/internacionales como la ONU son los principales impulsores de la formulación de políticas.
Bayer en la Unión Europea
En la UE, Bayer se ha convertido en la empresa europea con mayor presupuesto para lobby, solo por detrás de las empresas estadounidenses Microsoft y Meta.
El presupuesto total estimado del lobby de Bayer en la UE supera los 10 millones de euros, un máximo histórico. En 2022, declaró haber gastado 6,5 millones de euros en actividades de lobby en la UE (un poco más en 2023), a lo que se añadirían los 2,5 millones de euros de cabildeo «local» en Alemania y otros 4 millones de euros en honorarios para asociaciones comerciales con sede en la UE, como Croplife Europe.
Toda esta inversión ha tenido sus frutos, como tumbar el reglamento que pretendía poner objetivos reales a la reducción de plaguicidas en la Unión Europea.
Lobby «duro»
Presionando a los gobiernos Bayer se parece mucho a Monsanto, empresa que compró en 2018: usa tácticas como manipular la ciencia, financiar campañas de desinformación, influir en los reguladores, usar la política comercial como una forma de intimidar a terceros países para que cambien sus leyes o distraer a los responsables políticos con promesas de inversión.
Como ejemplo reciente está la campaña de desprestigio de activistas contra plaguicidas llevada a cabo en África, Europa y América del Norte y financiada con el dinero de los contribuyentes estadounidenses que acaba de desvelar una investigación de alcance mundial.
Bayer en EEUU
En los EEUU, uno de sus mercados más importantes, el presupuesto de Bayer para actividades de lobby ascendió a 17,5 millones de dólares en 2022 según el Informe de Transparencia de Incidencia Política de la empresa, publicado en diciembre de 2023. La causa es la avalancha de litigios (170.000) que se están desarrollando debido a que las etiquetas de los productos que contienen glifosato no han advertido a los usuarios de sus posibles peligros. Bayer quiere cambiar la legislación estadounidense, tanto a nivel federal como estatal.
El cabildeo de Bayer en los estados Unidos se ha hecho a veces de la forma más directa, como cuando el ex director ejecutivo de Bayer, Werner Baumann, se reunió con el entonces presidente electo Donald Trump y le prometió una inversión de 8.000 millones de dólares y 3.000 nuevos puestos de trabajo en Estados Unidos si los reguladores de Washington daban luz verde a la fusión Monsanto-Bayer. Estados Unidos hizo su parte, y las autoridades de la UE también aprobaron la fusión en «circunstancias controvertidas».
Todo este lobby solo pretende ocultar la verdad: que Bayer fabrica productos que afectan a la salud y al medio ambiente.
Esta empresa se ha convertido, sin lugar a dudas, en uno de los actores globales más importantes que deberían ser excluidos de los pasillos del poder, para poder tener una política que ponga a las personas y al planeta por delante de las ganancias.
Ni las grandes empresas de combustibles fósiles son una fuente de confianza para obtener asesoramiento sobre cómo evitar la crisis climática, ni Bayer lo debe ser para detener la propagación del cáncer y todo tipo de enfermedades degenerativas, ayudar a los agricultores o evitar el colapso de la biodiversidad. El rastro tóxico de esta empresa pertenece a los libros de historia. Es hora de una política libre de tóxicos.