Se estima que respiramos, cada año, hasta 22.000.000 de micro y nanoplásticos, que atraviesan los pulmones y dañan nuestra salud y la de otros animales.
Plásticos invisibles (nanoplásticos)
En un primer momento, se pensó que el plástico era básicamente un problema de contaminación marina. Pero en la última década, los estudios científicos han descubierto que existen micro y nanoplásticos en todos los compartimentos ambientales; en el agua dulce, el suelo, el aire, y también dentro de miles de especies, incluida la humana.
Micro y nanoplásticos toman una ruta de transporte aún más rápida que los océanos; la atmósfera. Así, recorren el mundo hasta terminar en áreas urbanas y rurales, en un «bucle sin fin» que acaba en nuestro cuerpo.
Llamamos microplásticos a las partículas de plástico de menos de 5 milímetros (mm) de diámetro, aunque los microplásticos transportados por el aire son mucho más pequeños, en torno a 0,5 mm. Cuando los fragmentos de plástico tienen un tamaño inferior a 0,001 mm es decir, inferiores a la centésima parte del grosor de un cabello humano y no pueden verse a simple vista, se denominan nanoplásticos.
Los microplásticos se suelen clasificar en 2 categorías, según su origen:
- Los microplásticos primarios, que son los que se producen intencionadamente a microescala para un uso específico (como plaguicidas o productos cosméticos o farmacéuticos).
- Los microplásticos secundarios, que se producen por fragmentación mecánica, química y física de plásticos de mayor tamaño.
Material tóxico y caballo de Troya
Se estima que, cada año, una persona puede respirar 22 millones de micro y nanoplásticos. La inhalación como vía de absorción de microplásticos atmosféricos se confirmó en 2022, cuando un estudio identificó abundantes microplásticos en el tejido pulmonar humano. A estos se suman los microplásticos y nanoplásticos ingeridos junto a alimentos y bebidas.
En cuanto al material del que están hechos, los plásticos atmosféricos más habituales son de polietileno tereftalato/poliéster (PET), polietileno (PE), polipropileno (PP), poliestireno (PS) y policarbonato (PC). A estos tipos de plástico hay que sumar una docena de diferentes polímeros de base petroquímica como el poliacrilonitrilo (PAN), el poliuretano (PUR), la poliamida (PA) y el cloruro de polivinilo (PVC).
Todos estos materiales contienen tóxicos introducidos durante su fabricación, como plastificantes, retardantes de llama, pigmentos, plomo, etc. De hecho, 2.400 de las 13,000 sustancias que contienen los plásticos son potencialmente preocupantes por su persistencia, bioacumulación y toxicidad, además de por migrar o liberarse de los plásticos.
Pero no solo preocupan los «ingredientes» de los plásticos del aire; su gran superficie específica y el hecho de que son predominantemente hidrófobos, los convierten en pequeños «Caballos de Troya«, que transportan otras sustancias nocivas como patógenos. sustancias cancerígenas o disruptoras endocrinas.
La composición del microplástico es tan importante como lo que hay sobre él.
Daños a la salud
Todas estas sustancias pasan, según los últimos estudios, de los pulmones a diferentes órganos del cuerpo, causando impactos en la salud humana (extensibles a la de otros animales).
Los primeros daños por la inhalación de microplásticos y nanoplásticos se producen en el tracto respiratorio: irritación, reacciones similares al asma, bronquitis crónica, alveolitis alérgica extrínseca, neumonía crónica, enfisema pulmonar, estrés oxidativo o enfermedades autoinmunes e incluso cáncer en casos de exposición crónica.
Una vez superan la barrera pulmonar (se han detectado en la placenta, el corazón, el bazo, hígado, riñón, y cerebro fetales, en leche materna o en los testículos) pueden causar multitud de impactos:
Única solución: prohibir el plástico
Todas las estimaciones prevén un gran aumento de la producción de plástico, lo que aumentará el volumen de microplásticos:
La única solución real es reducir drásticamente la fabricación y el consumo de plásticos.
Las autoridades deben legislar para que se reduzca la dependencia del plástico y eliminar sus sustancias químicas peligrosas. Y deben hacerlo más rápido y mejor de lo que han hecho hasta ahora, aunque eso signifique enfrentarse a las industrias petroquímica, de cosméticos o fertilizantes, entre otras.
Un ejemplo de la dificultad de legislar el uso de plásticos es la reciente restricción de microplásticos utilizados intencionadamente, aprobada por el Comité REACH. Han sido necesarios años de debate para alcanzarla y ahora debe pasar el filtro del Parlamento. A su favor, que esta restricción es la prohibición más amplia de la UE, que abarca todos los microplásticos que se añaden intencionadamente a los productos en todos los sectores (detergentes, productos sanitarios o cosméticos). En su contra, que tiene demasiadas lagunas, como que permite microplásticos «biodegradables» y solubles o que marca periodos de transición demasiado largos (12 años para que eliminen los microplásticos de productos de maquillaje, uñas y labios).
Esto significa que podrían pasar años antes de que la prohibición sea, en la práctica, eficaz para reducir las emisiones de microplásticos procedentes de estos productos.
Fuente: Estudio «Respirar plástico: los impactos en la salud de los plásticos invisibles en el aire» de la organización CIEL.