Si queremos eliminar los PFAS o «tóxicos para siempre» de nuestros productos habituales porque ponen en grave riesgo la salud y el medio ambiente, antes debemos saber qué son y dónde se esconden.
PFAS, ¿qué son?
Los PFAS, o sustancias per y polifluoroalquiladas, son una familia de más de 4.700 sustancias químicas sintéticas que contienen carbono y flúor. Se han utilizado durante décadas para impermeabilizar todo tipo de materiales, ropa, sartenes y otros utensilios de cocina (el más famoso es el teflón de las sartenes), envases de cartón de comida rápida e incluso cosméticos.
También se emplean en plásticos, pinturas y barnices, pesticidas, dispositivos médicos, productos de construcción, electrónica, etc.
Los PFAS tienen dos características:
- toxicidad, demostrada por años de investigaciones científicas que muestran la relación de los PFAS con diferentes tipos de cáncer, enfermedades de la tiroides, disfunción inmunológica y alteración hormonal (sí, son disruptores endocrinos).
- persistencia: gracias a su estructura química, los PFAS se acumulan en nuestros cuerpos y se suman a la ya elevada exposición diaria total a sustancias químicas. Pueden viajar por todo el planeta (hasta se detectan en la sangre de los osos polares).
Son tan persistentes que han recibido el apodo «tóxicos para siempre».
PFAS en Europa… y en los cuerpos
Este mapa publicado por Le Monde, tras una recopilación de datos sin precedentes, es el primero en ilustrar la contaminación generalizada de Europa por estas sustancias tóxicas y persistentes. Muestra un total de 17.000 puntos entre instalaciones de producción de PFAS, sitios donde se utilizan, lugares en donde se ha detectado contaminación y aquellos que es probable que estén contaminados.
En la actualidad se está analizando la contaminación en España.
Pero este mapa no recoge la contaminación interna, la que se acumula en los cuerpos de los habitantes y que sí recogen los estudios de biomonitorización humana. Uno de estos estudios, publicado en 2022, indica que las y los adolescentes europeos tienen altos niveles de PFAS en la sangre. Normal, ya que llevan décadas acumulándose en todo el planeta, se detectan en el agua de lluvia y hasta en la leche materna humana en toda Europa.
Como no se descomponen en el medio ambiente acompañarán a la humanidad durante cientos, incluso miles de años.
¿Qué se puede hacer?
Si continúa la producción de PFAS, nuevas cantidades se seguirán acumulándo a la contaminación existente, aumentando la exposición humana y ambiental a tóxicos con efectos nocivos a bajas concentraciones.
Según el Panel científico global de PFAS la única solución es una restricción fuerte y efectiva en todo el mundo.
En 2019, este Panel propuso eliminar gradualmente la producción y el uso de PFAS a nivel mundial, empezando por los «usos no esenciales», concepto que se presentó en Montreal como herramienta para eliminar las sustancias que dañan la capa de ozono.
Europa ya ha asumido esta reducción. En febrero de 2023, la Agencia Europea de Sustancias Químicas publicó una propuesta para la restricción de la producción y uso de sustancias per- y polifluoroalquilo (PFAS) para prohibir todos los usos de PFAS salvo los esenciales.
Cuando la propuesta vaya pasando por el proceso de decisión legal, el desafío será mantener las exenciones (o excepciones a la reducción) lo más limitadas posible. Así, deberían desaparecer de los productos de consumo, donde los PFAS no son de uso esencial, sino comercial.
El manifiesto para reducir la prohibición urgente de los PFAS, firmado por organizaciones civiles europeas, exige la prohibición total de PFAS en productos de consumo para 2025. Además, pide iniciativas de limpieza de áreas contaminadas, responsabilidad legal y financiera de los contaminadores y seguimiento de la salud de las comunidades locales.