Si el plástico es tu enemigo, para luchar contra él primero debes conocerlo: cuántos tipos existen, cómo se fabrican y su toxicidad.
Los plásticos son una fuente de contaminación sin precedentes. Aunque su impacto ha sido debatido ampliamente, hay una perspectiva menos explorada de esta contaminación: la relación entre los productos químicos sintéticos utilizados en los plásticos y sus efectos en la salud.
¿Qué es el plástico?
Aunque lo más visible del plástico es su forma final como productos de consumo, envases u otros artículos útiles, todos los plásticos están hechos de complejas mezclas de sustancias químicas. Son las propiedades de esas sustancias químicas, y en particular de los «aditivos«, que no suelen estar ligados al material plástico en sí, las que causan problemas de salud.
La fabricación de plásticos comienza con pequeñas moléculas, llamadas «monómeros«, que se repiten miles o millones de veces y se ensamblan en largas cadenas, llamadas «polímeros«. Casi todos los plásticos se derivan de los combustibles fósiles, especialmente del gas natural.
Tipos de plástico
Quizá hayas visto los códigos numéricos que se encuentran en la parte inferior de la mayoría de los envases de plástico. Estos códigos indican el tipo de plástico utilizado para, en teoría, mejorar su reciclaje.
Sin embargo, muchos tipos de plástico no llevan un código y normalmente no son reciclables.
La siguiente tabla muestra los tipos de plástico con sus códigos, sus usos más habituales y la toxicidad (demostrada y aceptada legalmente) de sus monómeros.
Aditivos tóxicos
Pero además de la toxicidad de sus monómeros, debe tenerse en cuenta la toxicidad de los aditivos plásticos. Estos aditivos se añaden para conseguir que el plástico tenga distintas características, como que sea más blando o suave. Un ejemplo típico de aditivos son los ftalatos.
Los aditivos no forman parte de la estructura del polímero. Por eso, se pueden liberar del plástico como respuesta a la energía del sol o del microondas y contaminar el aire, el agua o los alimentos. De ahí que no se aconseje calentar alimentos en tápers de plástico.
Muchas de las familias químicas más grandes y peligrosas, por ser cancerígenas o disruptoras hormonales están directamente asociadas a la producción de plásticos. Así son ejemplos como los metales pesados, los retardantes de llama, los ftalatos, bisfenoles (el más conocido es el bisfenol A pero hay toda una familia de ellos) o los compuestos fluorados.
Fuente de la información: Turning the plastic tide. Health and Environment Alliance, 2020.