Un solo disruptor endocrino no representa un riesgo para tu salud. Pero su efecto cóctel, sí. Y no está correctamente regulado.
Efecto cóctel
Para evaluar la toxicidad de una sustancia química y establecer su límite legal, se compara la exposición humana a esa sustancia con un valor de referencia que generalmente es el NOAEL, o dosis más alta de la sustancia que no causa efectos adversos.
Esta comparación se hace de forma individual para cada sustancia.
Por desgracia, en la realidad nos exponemos diariamente a una mezcla de muchas sustancias tóxicas diferentes: perfluorados en los cosméticos, plaguicidas en los alimentos, ftalatos en los plásticos de juguetes, metales pesados en el agua…
La legislación solo vigilará que cada uno de los tóxicos, individualmente, se encuentren por debajo de su valor límite legal.
Pero al mezclarse, algunos tóxicos potencian sus efectos no deseados. Así, varias sustancias por debajo de sus límites legales pueden causar un daño elevado. Este es el efecto cóctel.
Los estudios in vitro demuestran que el efecto cóctel se produce habitualmente con las sustancias químicas que provocan alteraciones endocrinas, los llamados disruptores endocrinos.
Estudios científicos sobre mezclas
Un ejemplo de investigación sobre el efecto cóctel es el proyecto EU Horizon 2020 EDC-MixRisk, que analizó 54 posibles disruptores endocrinos en la sangre y orina de 2.300 mujeres embarazadas, en Suecia.
El equipo científico creó en laboratorio varias mezclas modelo con los tóxicos en concentraciones similares a las que se encontraba en las mujeres, para analizar su efecto en diferentas aspectos de la salud. El experimento demostró que la mezcla causaba efectos adversos y disfunciones en los modelos animales y celulares.
En concreto, observaron que las mezclas interferían en la producción de hormonas sexuales y cambios morfológicos en los órganos reproductores de ratones.
La mezcla interfería en la señalización de la hormona tiroidea, alteraba la expresión de genes implicados en el trastorno del espectro autista y la discapacidad intelectual en organoides cerebrales humanos. También modificó la función neuronal e indujo cambios de comportamiento en renacuajos, peces cebra y ratones.
Es decir, para muchas sustancias tóxicas, en especial los disruptores endocrinos, la exposición a una mezcla puede provocar efectos negativos a niveles de exposición considerados seguros para las sustancias individuales que componen la mezcla.
La regulación no protege frente a los tóxicos
Establecer límites legales para cada sustancia, por tanto, no proteje la salud ni los ecosistemas porque no tiene en cuenta el efecto cóctel de los cientos de tóxicos presentes en el entorno.
Es decir, las regulaciones actuales sobre sustancias químicas subestiman sistemáticamente los riesgos para la salud y el medio ambiente asociados con las exposiciones combinadas a mezclas.
Por desgracia, la acción legal sobre las mezclas está siendo demasiado lenta aunque parece que en los últimos años está comenzando a recibir más atención.
En 2019, una declaración conjunta del JRC e investigadores de EDCMixRisk, EuroMix, EUToxRisk, HBM4EU y SOLUTIONS recomendó la aplicación de un factor de evaluación de mezclas (MAF) como una forma de disminuir la carga total de exposición a mezclas químicas.
Este factor, apoyado por varias ONG europeas, se utilizaría como ajuste en la evaluación del riesgo de cada sustancia química individual, con el fin de reflejar el potencial de efectos que podría tener dentro de una mezcla.
Es momento de informarnos sobre qué es eso del «efecto cóctel» y pedir un cambio de legislación que proteja nuestra salud y la de la naturaleza.