Es bastante conocido el uso de la melamina, un compuesto sintético, en platos y muebles. Pero menos conocida es su toxicidad y su presencia en alimentos de personas y animales. Te mostramos los estudios y el oscuro pasado de este tóxico.
Melamina en alimentos
La melamina es un compuesto químico sintético de fórmula C3H6N6, utilizado en multitud de productos de consumo en forma de resina de colores brillantes y diseños atractivos.
Debido a su alto contenido en nitrógeno, los análisis identifican la melamina como un aminoácido (base de las proteínas). Por esta razón, la melamina se ha añadido al gluten de trigo y a los productos lácteos para elevar el contenido proteico.
En 2008 en China, la melamina se agregó ilegalmente a la leche en polvo para bebés, causando insuficiencia renal a cientos de miles de niños y la muerte de decenas de ellos. El tóxico fue encontrado en la fórmula infantil en concentraciones tan altas como 2.563 mg/kg, cantidad que supera con creces a la ingesta diaria máxima tolerable aconsejada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), de 0,2 mg/kg.
A pesar de este desgraciado suceso, la melamina sigue agragándose a alimentos en Europa. Sólo se ha reducido la concentración permitida, distinguiendo entre alimentos para lactantes y para adultos.
También sigue siendo legal que la melamina se utilice en alimentos para mascotas a pesar de que agregarla al gluten de trigo de los piensos (con el objetivo de que parezca que tienen más proteínas) haya matado animales en 35 estados de EEUU y en varias provincias canadienses.
La melamina es un disruptor endocrino
Tristemente, la evidencia científica sobre los daños a la función renal infantil que produce la melamina es robusta.
Para conocer otros efectos tóxicos de este compuesto, en 2017 se publicó la revisión de alcance «Melamina, más allá del riñón: un disruptor endocrino y neurotóxico ubicuo?».
La revisión apunta a la melamina como un disruptor endocrino con capacidad de alterar la fertilidad, el peso corporal y causar daños en el desarrollo neurológico de las personas expuestas.
La melamina es un disruptor endocrino con capacidad de alterar la fertilidad, el peso corporal y causar daños en el desarrollo neurológico de las personas expuestas.
Evita la vajilla de melamina
El uso de productos de melamina se ha extendido en los comedores escolares porque es un material apto para el lavavajillas, barato y duradero.
Estos productos se fabrican a partir de la condensación de melamina y formaldehído. Estudios como éste de Lund y Petersen de 2005 demuestran que ambos compuestos migran, es decir salen fuera de vajilla y contaminan los alimentos.
La migración de melamina en vajillas de uso diario aumenta a altas temperaturas (como en la preparación de alimentos o microondas) y en contacto con ácidos, como puede ser el limón.
La liberación de melamina aumenta a temperaturas elevadas (en preparación de alimentos o microondas) y en contacto con ácidos.
Aunque Europa establece unos límites legales de la cantidad de melamina que puede liberarse de los materiales en contacto con los alimentos, la capacidad de alteración hormonal de la melamina hace que sea recomendable evitarla en platos, vasos y otros recipientes. Algo similar a lo que ocurre con los tápers o las botellas de plástico.
La infancia y el embarazo son etapas muy vulnerables a los daños al desarrollo que causan los contaminantes hormonales.
Por esta razón, los comedores escolares deberían dejar de usar vajilla de melamina, plástico o cualquier material que libere tóxicos.
Una opción saludable y práctica para el uso infantil son las bandejas de acero inoxidable: son cómodas, ligeras, aptas para lavavajillas y no desprenden tóxicos en los alimentos de los peques.
Para las personas adultas, además del acero inoxidable, hay otras opciones de materiales saludables, como el vidrio y la cerámica.