Ecologistas en Acción y la organización Pesticide Action Network Europe analizan los datos oficiales de muestreo de plaguicidas en las aguas superficiales españolas y presentan los resultados en su informe, «Ríos hormonados. Amplia presencia de plaguicidas disruptores endocrinos en los ríos españoles».
Descargar el informe «Ríos hormonados. Amplia presencia de plaguicidas disruptores endocrinos en los ríos españoles».
Elevada contaminación por plaguicidas
Los resultados del análisis sacan a la luz la elevada presencia de pesticidas en nuestros ríos. En concreto, se detectaron 47 plaguicidas diferentes, de los cuales el 45% son insecticidas y el 40% herbicidas.
Aunque Ecologistas en Acción solicitó a todos los organismos de cuenca sus datos de muestreo, sólo 10 han cumplido su obligación legal de información y han proporcionado los resultados de sus análisis. Si se hubiera contado con la información de todas las cuencas, es probable que el número de plaguicidas detectados habría sido mayor.
El plaguicida más habitual: el insecticida cloropirifós
Algunos plaguicidas se utilizan de forma muy amplia. Es el caso del cloropirifós un insecticida neurotóxico, que se ha detectado en ocho de las 10 cuencas analizadas.
Otro síntoma del amplio uso del cloropirifós es que también fue el plaguicida encontrado de forma más habitual en los alimentos españoles.
Glifosato en las aguas
Sólo cinco de diez Organismos de Cuenca se han interesado en analizar la presencia de un tóxico tan extensamente empleado como es el glifosato, una falta de interés por parte de las autoridades que ya vimos con la ausencia de análisis de este herbicida en los alimentos españoles.
Lo cierto es que aquellas cuencas que analizan la presencia de glifosato en sus aguas, lo encuentran. Tal es el caso del Júcar, en donde se ha detectado glifosato en todas las muestras tomadas. También es el tóxico detectado con más frecuencia en el Tajo y el segundo plaguicida autorizado más detectado en las cuencas internas del País Vasco.
Ríos contaminados con plaguicidas prohibidos
Un total de 34 plaguicidas, el 70% de los que se han detectado, están prohibidos desde hace años por causar cáncer, provocar malformaciones o por afectar a la reproducción de animales silvestres y seres humanos.
Tóxicos como el DDT, el hexaclorobenceno, la atrazina, el endosulfán o el lindano siguen contaminando gravemente las aguas porque además de ser muy persistentes, se emplearon en grandes cantidades en el pasado. Tampoco podemos descartar un posible uso ilegal en la actualidad.
Los residuos de lindano y sus isómeros se detectan en siete de las 10 cuencas analizadas debido a la mala gestión de los residuos generados durante de la fabricación del insecticida hasta los años 90.
Ríos hormonados con disruptores endocrinos
El informe «Ríos hormonados» también desvela la presencia en nuestros ríos de 26 plaguicidas que son o se sospecha que son contaminantes hormonales o disruptores endocrinos.
La consecuencia es que sustancias que actúan como falsas hormonas interfieren en la acción de las hormonas naturales de la fauna y causan daños como la alteración de la metamorfosis de los anfibios o el adelgazamiento de la cáscara de los huevos de las aves, malformaciones, enfermedades del sistema inmune, neurológico y del sistema hormonal.
A largo plazo, estos daños llevan a la pérdida de individuos en las especies y a la pérdida de biodiversidad en las aguas y los ecosistemas fluviales.
Necesario un cambio a la agroecología
Las cuencas con mayor contaminación por plaguicidas son aquellas en las que se desarrolla una agricultura más intensiva que utiliza venenos para cultivar alimentos.
El mejor ejemplo es la cuenca del río Júcar, con diferencia la más contaminada. En 2016 se detectaron 34 de los 57 plaguicidas analizados, 22 de ellos prohibidos y 21 posibles disruptores endocrinos. Varias sustancias, como el DDT, el cloropirifós o el endosulfán, se detectan muy frecuentemente y algunas en concentraciones muy por encima del límite permitido.
Es necesario transformar el sistema agrario actual a un sistema agroecológico. España debe prohibir el uso de los plaguicidas disruptores endocrinos y poner en marcha un plan para reducir el uso de plaguicidas un 50% en los próximos 10 años, al igual que han hecho ya Francia y Dinamarca.