Europa ha esperado a que el 72% de sus grifos viertan agua contaminada con plástico para anunciar su estrategia de reducción de este material tóxico.
El propio título de la nota de prensa, presentada el 16 de enero por la Comisión Europea, «Residuos plásticos: una estrategia europea para proteger el planeta, defender a los ciudadanos y capacitar a las industrias» deja clara la ambigüedad de los objetivos.
La estrategia europea: tardía y poco ambiciosa
Frans Timmermans, vicepresidente de la Comisión Europea (institución que se ha opuesto durante años a la regulación eficiente los contaminantes hormonales presentes en los plásticos), asegura ahora:
«Tenemos que impedir que los plásticos sigan llegando al agua y los alimentos, e incluso a nuestro organismo. La única solución a largo plazo pasa por reducir los residuos plásticos incrementando su reciclaje y reutilización.»
Parece que las instituciones europeas se sorprenden, de repente, de hasta dónde ha llegado la contaminación por plástico sin que Europa haya tomado medidas para evitarlo.
Pero la nueva estrategia habla de soluciones clásicas como mejorar la reciclabilidad de los plásticos, construir más plantas de reciclaje, reducir el uso de bolsas de plástico o prohíbir los plásticos de un sólo uso, entre otras.
A día de hoy, con 25 millones de toneladas de residuos de plástico anuales en Europa, estas soluciones son, a todas luces, insuficientes.
El plástico libera contaminantes hormonales
Durante décadas se ha pensado que el plástico era un material seguro e inerte gracias a las persuasivas campañas de marketing realizadas por sus productores.
Ahora, tras años de exposición, sabemos que el plástico libera aditivos tóxicos, muchos de ellos disruptores hormonales como los ftalatos o bisfenol A que imitan a las hormonas naturales y pueden causar graves efectos para la salud humana y animal.
Y como el plástico está en todas partes, desde los zapatos hasta los teléfonos móviles, desde tu táper hasta tu ropa, la exposición es ubicua: nos exponemos a través de los alimentos contaminados por los propios envases, a través de la piel expuesta a cosméticos con microesferas o a ropas de poliester o a través de la respiración del aire interior del hogar, más contaminado que el exterior según estudios como éste realizado en Barcelona en 2016.
El problema de los microplásticos
El plástico se degrada en pequeñas fibras de menos de 5mm llamadas microplásticos.
Los microplásticos actúan como pequeñas esponjas que acumulan moléculas tóxicas y que son ingeridas por animales, como muestra este vídeo:
Por supuesto, animales de más tamaño como peces, aves o el ser humano, también comen plástico y los contaminantes adheridos a él, lo que causa graves daños a la fauna y a la salud humana.
La nueva estrategia europea contra el plástico se plantea prohibir que se añadan intencionadamente microplásticos en los productos europeos, como ocurre en cosméticos o los detergentes.
Esta prohibición se pondrá en marcha como una restricción del Reglamento REACH, principal norma euroepa sobre sustancias químicas.
Pero esta restricción, aunque adecuada, de nuevo se queda corta porque no tiene en cuenta la mayor fuente de origen de los microplásticos, la ropa.
Con cada lavado en la lavadora, nuestra ropa libera microfibras como las de la imagen inferior, que acaban llegando al mar.
En conclusión, la solución pasa por desengancharse del plástico (y no sólo del plástico de un sólo uso, como plantea la Comisión). El problema es urgente para Europa especialmente ahora que ya puede exportar los residuos de plástico a China.
¿Cómo desengancharte del plástico?