(Actualizado a 27 de julio de 2016)
Más de 50 organizaciones de la salud y del medio ambiente, entre ellas Ecologistas en Acción, enviamos hoy una carta a los ministros españoles de Medio Ambiente y Sanidad para solicitar que rechacen los criterios de identificación de contaminantes hormonales propuestos por la Comisión Europea.
Carta a los Ministros de Sanidad y M.A. actualizada a julio de 2016 con 58 firmantes
Les pedimos que mantengan la línea de definición de contaminantes hormonales que España, junto con otros países europeos y sociedades científicas, han seguido hasta ahora: la de la Organización Mundial de la Salud, que clasifica los disruptores endocrinos en tres categorías, según la fortaleza de la evidencia existente. Las dos primeras categorías (confirmados y sospechosos) deben ser usadas para la regulación de estas sustancias. La tercera categoría (potenciales) es importante para guiar a la industria a reunir más información sobre las propiedades potencialmente perjudiciales.
Esta forma de identificar los contaminantes hormonales se corresponde con la «Opción 3» de la Hoja de Ruta presentada por la propia Comisión, y cuyas opciones de actuación frente a los contaminantes hormonales fueron presentadas a votación pública, votadas por miles de europeos y europeas y posteriormente, ignoradas por la Comisión en un acto de falta de democracia demasiado habitual en los últimos tiempos.
Efectivamente, el pasado 15 de junio, la Comisión hizo caso omiso a su propia hoja de ruta y presentó una propuesta de identificación de contaminantes hormonales contraria a la defensa de la salud de la población y la naturaleza. Finalmente, la presión de la industria de plaguicidas (Monsanto, Bayer, etc…) ha conseguido que la Comisión dé un giro de 180º respecto a los criterios de definición que presentó en 2013.
¿Por qué son tan importantes los criterios de identificación de contaminantes hormonales que se elijan?
Para que una sustancia, por ejemplo un pesticida, se consiga prohibir, primero tiene que cumplir una serie de criterios que la identifiquen como peligrosa por ser un contaminante hormonal. En Europa contamos con el Principio de Precaución o Cautela, que nos garantiza que una sustancia que «pueda» suponer un peligro, si las investigaciones en laboratorio o sobre animales muestran indicios de ello, no sea puesta en el mercado.
Pero, los nuevos criterios propuestos exigen una amplia evidencia conocida en series humanos. Conocida, no presunta y en series humanos, no en animales. Este nivel de demostración, sin precedentes para otras sustancias, implicará que humanos y medio ambiente se vean dañados antes de que se tomen medidas.
Por eso las organizaciones europeas de salud, consumidores y medio ambiente están actuando, dentro de los límites posibles, para evitar que se aprueben los criterios propuestos, como vimos en el post sobre la carta enviada a los 28 ministros de Medio Ambiente por la Coalición EDC Free. Ahora, son casi 50 organizaciones españolas las que piden la oposición de España a esta propuesta en los dos Comités que la revisarán en los próximos días, el Comité de Biocidas y el Comité Permanente de Plantas, Animales, Alimentos y Piensos.
Argumentario contra los criterios de la Comisión
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