En una demostración de unidad política muy poco habitual, el Parlamento Europeo ha adoptado una resolución, el 8 de Junio, por la que pide a la Comisión Europea que presente inmediatamente los criterios científicos de definición de los contaminantes hormonales.
Estos criterios científicos que definan qué es un contaminante hormonal o disruptor endocrino son imprescindibles para restringir o incluso prohibir estos tóxicos en Europa. Se prevé que la Comisión los presente el próximo 15 de junio, tras un retraso de años, que le ha costado una sentencia del Tribunal de Justicia Europeo y varios tirones de oreja del Parlamento Europeo.
Toda esta saga queda perfectamente recogida en el siguiente artículo de Le Monde, de la periodista y autora de la investigación «Un Asunto Tóxico» Stèphane Horel, que traducimos a continuación.
«Contaminantes hormonales: la historia secreta de un escándalo»
La próxima semana, la Comisión Europea decidirá la regulación de los contaminantes hormonales. Pero por desgracia, el texto que conduce a esta decisión permanece oculto como uno de los secretos de estado más sensibles.
Es uno de los secretos mejor guardados en Europa. Está encerrado en el laberinto de pasillos de la Comisión Europea, en una habitación secreta a la que sólo 40 funcionarios acreditados tienen derecho a entrar. Y sólo con papel y un bolígrafo. Se confiscan los Smartphones.
Un dispositivo de seguridad más estricto aún que el del acuerdo de libre comercio e inversión transatlántico entre la UE y EEUU (o TTIP). Si los miembros del Parlamento Europeo quieren tener acceso a los documentos del TTIP pueden entrar a la sala de lectura sin que nadie les registre los bolsillos.
El secreto es un informe de unas 250 páginas. Su título, en la jerga de la Comisión es “Evaluación de impacto”.
Evalúa el impacto “socio-económico” de las regulaciones de un grupo de contaminantes químicos. Conocidos como disruptores endocrinos, estos químicos son capaces de obstaculizar a las hormonas naturales de varias especies animales, incluida la humana y se cree que son la causa de muchas graves enfermedades: cáncer en órganos relacionados con las hormonas, infertilidad, obesidad, diabetes, desórdenes neurológicos.
Estas sustancias se encuentran en una multitud de objetos de consumo cotidiano, cosméticos, pesticidas y plásticos (como el Bisfenol-A). Sectores enteros de la industria se verán afectados por la regulación de estos químicos a medio plazo. Hay millones de euros en juego.
Definir los criterios
La perspectiva de restricciones, quizá incluso prohibiciones, suscita grandes inquietudes entre los fabricantes. La industria de los pesticidas no ha escondido nunca su hostilidad a la regulación europea de “fitosanitarios”, origen este proceso de regulación, con unos giros y distorsiones propios de una serie de TV.
Adoptada por el Parlamento Europeo en 2009, el texto daba un tratamiento especial a los pesticidas: aquellos reconocidos como disruptores endocrinos no serían permitidos en el mercado. Pero antes, era necesario poder identificarlos.
Concretamente, el trabajo consistía en definir criterios para identificar estas sustancias. Sin estos criterios, la ley no podía implementarse. Por esta razón, la Comisión se vio obligada de encontrar una manera de distinguir a los disruptores endocrinos de otros químicos.
Las autoridades sanitarias estatales, la industria y las ONGs quedaron paralizadas en espera de una decisión sobre estos criterios de identificación – una herramienta regulatoria que permitiera restricciones o, de forma más radical, prohibiciones al uso de ciertos disruptores endocrinos.
Hoy, siete años después, estos criterios aún no existen
La evaluación de impacto, con sus conclusiones tan confidenciales (tan secretas como la localización de la fuente de la juventud) es, en gran medida, responsable de este retraso. No era parte del plan original, pero la industria la demandó como una forma de conseguir una regulación más blanda.
Lo consiguió a principios del verano de 2013, después de una guerra relámpago del lobby realizada por las industrias química y de pesticidas trabajando en tándem. Su actividad fue coordinada a través de sus organizaciones de presión con sede en Bruselas: European Crop Protection Association (Asociación Europea de Protección de Cultivos) y el CEFIC, el Consejo Europeo de la Industria Química.
Un expediente hipersensible
Los gigantes agroquímicos – los dos pesos pesados alemanes, BASF y Bayer, y la multinacional Suiza, Syngenta – estuvieron también en ese campo de batalla.
Catherine Day
La Secretaria General de la Comisión, Catherine Day, cedió finalmente a la demanda de la industria de realizar una evaluación de impacto en base a “opiniones divergentes” en la comunidad científica y “el impacto potencial en sectores de la industria química y del comercio internacional” – una referencia directa al TTIP, cuyas negociaciones se estaban iniciando en esos momentos.
En una circular del 2 de Julio de 2013, Day, entonces la funcionaria de más nivel de la Unión Europea, describía los criterios para definir los disruptores endocrinos como un “asunto sensible”.
Sensible se queda corto. Se ha convertido en hipersensible
El Parlamento había dado una fecha límite a la Comisión para que escribiera estos criterios: Diciembre de 2013. Al ver que no se cumplía el plazo, Suecia llevó a juicio a la Comisión. Francia, Dinamarca, Finlandia y Holanda apoyaron este movimiento, así como el Parlamento Europeo y el Consejo Europeo – un extraño grupo.
La Corte de Justicia Europea no tardó en responder
Justo antes de las navidades de 2015, declaró que la Comisión, guardiana de los Tratados, había “violado la ley de la Unión”. La sentencia borraba del mapa la “supuesta necesidad de una evaluación de impacto de los criterios científicos” que la Comisión había utilizado como núcleo de su defensa.
Pero el mismo día de la sentencia, el portavoz de Lituania, Vytenis Andriukaitis, Comisario Europeo de Sanidad, anunció terminantemente que la evaluación de impacto iba a seguir llevándose a cabo.
No sólo hipersensible, el informe se convirtió en inflamable
¿Qué coste de enfermedad?
Los Parlamentarios Europeos estaban furiosos. Algunos de ellos enviaron varias cartas al Presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, que no tuvieron ningún efecto.
El 13 de Enero, el Presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, escribió a Juncker: el retraso de la Comisión era “inaceptable”. Continuar con la evaluación de impacto, añadió Schulz, era “desafiar la sentencia” del más alto tribunal europeo, al que pidió a Juncker que obedeciera sin más retrasos. Schulz repitió este mismo mensaje en una segunda carta, el 10 de marzo.
Los estudios estiman que el coste para la UE por la exposición a los disruptores endocrinos está entre 157.000 y 288.000 millones de Euros. Suecia, por su parte, continúa manteniendo la presión. En un documento del 13 de Mayo, que pudo obtener Le Monde, Suecia recordaba bruscamente a la Comisión que el Tribunal “prohibió el uso de estudios económicos para definir los criterios”.
Por lo tanto, ¿ cuál es la naturaleza de los “estudios económicos” qué contiene la evaluación de impacto guardado bajo llave?
Además del impacto en la industria, ¿tendrán en cuenta el coste de las enfermedades relacionadas con la exposición a disruptores endocrinos en Europa, que ha sido estimada por estudios independientes entre 157.000 y 288.000 millones de euros?
El suspense terminará el 15 de Junio. De acuerdo a las fuentes, la propuesta final sobre los criterios de identificación de los disruptores endocrinos será presentada en una reunión del Colegio de Comisarios Europeos que tendrá lugar ese día.
Otros dos artículos relacionados (en inglés) son:
- An interview with French Environment Minister, Ségolène Royal, on chemical pollutants
- Endocrine disruptors: Final maneuvers by Brussels’ industry-linked scientific community
Traducidos al inglés por Health and Environment Alliance (HEAL) y publicados en Environmental Health News. Pueden verse aquí: http://www.environmentalhealthnews.org/ehs/news/2016/june/endocrine-disrupters-the-secret-history-of-a-scandal