Y no sólo afecta a tu tiroides tu sofá, también tu ordenador, tu colchón o cualquier objeto que haya sido tratado con los compuestos bromados denominados PBDE (polibromodifenil éteres), utilizados como retardantes de llama para evitar que los objetos ardan.
Los PBDE son contaminantes hormonales, es decir sustancias que alteran el funcionamiento correcto del sistema hormonal, además de ser contaminantes persistentes, que se acumulan en el tejido graso.
Estos compuestos se utilizaron ampliamente en la década de los 70 como ignífugos en productos como muebles con espuma, textiles o material electrónico. Como los PBDE no están unidos químicamente a los materiales, se liberan pasando al aire y forman parte del polvo, dos de las mayores vías de exposición de estos tóxicos.
¿Cómo dañan a la tiroides?
Los daños a la tiroides se deben a que la estructura de estos compuestos es muy parecida a la de las hormonas tiroideas (HT) lo que permite que «confundan» a las proteínas que se unen a las hormonas.
La etapa prenatal e infantil son especialmente vulnerables: pequeñas reducciones de la cantidad de hormonas tiroideas en esta fase se relacionan con problemas en el desarrollo neuronal de los niños, incluyendo la reducción del coeficiente intelectual, déficits de la concentración y problemas de coordinación motora. Uno de los estudios más amplios realizados hasta la fecha, de la Universidad de Berkeley, muestra que un aumento de 10 veces en la exposición a estos contaminantes durante estas etapas, está asociada a una reducción promedio de 5 puntos en el C.I. de los niños de siete años.
Pero el daño también se produce en la edad adulta. Un nuevo estudio, esta vez del Departamento de Salud Medioambiental de la Universidad de Harvard y publicado este mes de mayo en la revista científica «Environmental Health», relacionan la exposición a los PBDE con problemas con enfermedades relacionadas con la glándula tiroides, especialmente en mujeres en edad post-menopáusica.
Exposición actual
La exposición a los PBDE está declinando desde que empezó su eliminación gradual, hace una década, por su inclusión en el Convenio de Estocolmo, de compuestos orgánicos persistentes. Pero aún sigue siendo un problema de salud pública, ya que estos compuestos persisten muchos años dentro del cuerpo y del medio ambiente, se pueden concentrar en la cadena alimentaria y el reemplazo de los productos que los contienen (sofás, material eléctrico etc) es lento.
De hecho, en Europa, las enfermedades relacionadas con la tiroides aumentan año tras año. Por ejemplo, el cáncer de tiroides aumenta un 7% anualmente, con especial incidencia en mujeres, niños y adolescentes.
Además, gracias a exenciones del Convenio de Estocolmo se están reciclando estos tóxicos para fabricar productos en contacto con alimentos, como denunciábamos en este post. Debido al reciclaje de material electrónico con estos tóxicos, los mayores índices de contaminación interna del mundo se han producido en los niños recicladores de Nicaragua, con una cantidad de tóxicos 10 veces más alta que la de los niños estadounidenses.
Necesidad de regular los contaminantes hormonales
Los PBDE son un ejemplo de la necesidad de eliminar los contaminantes hormonales de los productos habituales para proteger la salud de la población. El próximo 15 de junio será un día clave en la lucha contra los contaminantes hormonales en Europa ya que se presentará, con casi dos años de demora, el borrador de los criterios de definición de estos contaminantes. Es necesario que se defina con criterios exclusivamente científicos qué es un contaminante hormonal, para evitar que se introduzcan en productos tan habituales como juguetes infantiles, cosméticos, mobiliario o material de construcción.
En la nueva guía publicada por Ecologistas en Acción, «Guía para la eliminación de contaminantes hormonales» podrás la sección «Obras públicas y equipamientos de edificios públicos» dedicada a la construcción, equipamiento y mobiliario, con un listado de materiales que contienen contaminantes hormonales y posibles alternativas a los mismos.