La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria, (EFSA), acaba de echar una mano a Monsanto y a la industria de pesticidas, al declarar que es “improbable que el glifosato suponga un riesgo de carcinogénesis para los humanos”. Esta opinión, contraria a la de la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer (IARC) de este mismo año, evita la prohibición parcial del glifosato en Europa.
Y todo esto ocurre casi al mismo tiempo de la celebración, hoy 3 de diciembre, del día mundial del “No uso de plaguicidas”, en memoria del desastre químico de Bhopal en 1984, en el que murieron miles de personas y cientos de miles quedaron heridas por exposición a pesticidas.
En cuanto a la decisión de la EFSA sobre el glifosato, parte de la comunidad científica cree que es fraudulenta, ya que oculta y malinterpreta resultados de estudios experimentales en animales para concluir que el glifosato no debe clasificarse como sustancia cancerígena. Por esta razón, 96 científicos, especialistas en cáncer, epidemiología y toxicología han dirigido una carta abierta al Comisario Europeo de Salud y Seguridad Alimentaria y a la EFSA, en la que piden una revisión de la evidencia científica, transparente, abierta y creíble.
Esta carta se suma a la carta enviada por decenas de ONG Europeas, Ecologistas en Acción entre ellas, pidiendo a la Comisión que detenga la comercialización de esta peligrosa sustancia en Europa.
El glifosato es el herbicida más utilizado en el mundo, comercializado, entre otros, por Monsanto, con la marca Roundup. Se aplica a más de 150 cultivos y, además, se utiliza para el control de malas hierbas en el mantenimiento de jardines, parques y todo tipo de espacios públicos y privados. El glifosato es también la piedra angular de los cultivos modificados genéticamente: el 57% de todos estos cultivos a nivel mundial eran, en 2013, tolerantes a herbicidas, la mayoría de ellos a glifosato. Por todo ello, la población y el medio ambiente estamos expuestos a esta sustancia.
La evaluación del glifosato puesta bajo la lupa
Sin duda, los enormes intereses económicos tras la producción de este herbicida han tenido peso en la opinión de la EFSA, tan diferente a la opinión de la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer (IARC), perteneciente a la Organización Mundial de la Salud. La IARC clasificó recientemente el glifosato como un “probable carcinógeno” para los seres humanos, debido a “las evidencias científicas limitadas de la carcinogénesis en humanos, la evidencia suficiente de carcinogenicidad en animales experimentales y las evidencias de genotoxicidad”.
El proceso de evaluación realizado por la IARC ha sido transparente, realizado por expertos en cáncer internacionales e independientes, ha seguido la metodología científica convencional y ha evaluado los herbicidas que contienen glifosato, ya que es así como se utiliza esta sustancia realmente. Ver informe del Observatorio Europeo.
Sin embargo, la evaluación de la EFSA es anónima, no se conocen los nombres de las personas que la han realizado, está basada en estudios confidenciales aportados por la industria y ha evaluado el glifosato de forma individual.
Aún más. El trabajo de la EFSA es una copia de la evaluación realizada por la Agencia de Evaluación de Riesgos de Alemania (BfR) y el dossier elaborado por la industria (Glyphosate Task Force). Un informe de las contradicciones entre el informe de la IARC y el de la EFSA y la BfR realizado por el toxicólogo Peter Clausing de Pesticide Action Germany, señala entre los problemas fundamentales de estas evaluaciones: fallos metodológicos, estadísticos y el hecho de descartar por completo los datos de genotoxicidad. En su revisión, el Dr. Clausing pone de relieve que, incluso sin considerar la bibliografía científica independiente, pueden observarse incidencias significativas de tumores en cinco estudios con ratones y en al menos dos estudios con ratas llevados a cabo por la industria.
Una vez más, se pone de relieve el grave problema de conflicto de intereses de la EFSA, denunciado reiteradamente por científicos y organizaciones sociales europeas y que queda patente en el informe «Unhappy meal»
Presión social
El glifosato no sólo puede causar cáncer, sino que también se ha demostrado que es un contaminante hormonal o disruptor endocrino (EDC), es decir, afecta a nuestro sistema endocrino, causando diferentes daños. Estamos expuestos a este herbicida en restos que quedan en los alimentos, en materiales de higiene íntima de algodón y en parques y jardines de nuestro entorno, por citar sólo algunos casos.
Además, existen alternativas para su uso:
- Uso de vinagre como herbicida. (Ya se ha probado en Castellón)
- Métodos térmicos
- Mallas anti-hierba
Por esta razón, organizaciones ecologistas, de consumidores y de defensa de la salud han iniciado una recogida de firmas on-line para pedir a la Comisión que no permita que se siga utilizando glifosato, en la que se han recogido 135.733 firmas.
Os dejamos aquí el artículo de la Revista El Ecologista sobre el glifosato de junio de 2014