Cada vez tenemos más consciencia de la enorme cantidad de envases de plástico que adquirimos junto con nuestra comida. Esta invasión de plástico no sólo genera problemas de residuos sino que puede contaminar los alimentos por migración de sustancias tóxicas desde los envases, acabando en nuestro organismo.
Según un estudio hecho público por la ONG Chemtrust, nuestra comida está en contacto con 175 sustancias legales pero potencialmente peligrosas, muchas de ellas contaminantes hormonales, a través de los envases de plástico o de otros materiales, como cartón.
Los envases de plástico están compuestos por polímeros a los que se añaden aditivos (antioxidantes, plastificantes…), que no están unidos químicamente y por esa razón, pueden desprenderse con facilidad. El calor, la radiación ultravioleta o la radiación del microondas aceleran la liberación de estos aditivos, facilitando que lleguen a la comida. Por eso no es recomendable dejar las botellas de plástico al sol o meter envases de plástico en el microondas o el lavavajillas.
Según un estudio de la Universidad de Austin, Texas, casi todos los productos de plástico como el Polietileno tereftalato (PET), los Policarbonatos (PC) o el Poliestireno (PS), liberan contaminantes hormonales como Bisfenol A o Ftalatos, que pueden causar daños como reducción de la fertilidad, problemas en el desarrollo fetal, problemas metabólicos o en los órganos reproductores e incluso cáncer en órganos dependientes de las hormonas. Pero este estudio también encontró plásticos sin efectos sobre el sistema hormonal y con costes similares, como el Polipropileno (PP). Por lo tanto, una vía para reducir la exposición a los contaminantes hormonales es exigir a la industria del plástico que produzca plásticos no tóxicos haciendo presión en el mercado como consumidores.
En la siguiente tabla, la columna «EA» indica qué sustancias son alteradores hormonales.
Además, la presión a las autoridades por parte de ciudadanos y organizaciones no gubernamentales parece estar dando frutos. La Comisión Europea se ha comprometido a realizar un estudio del estado de la normativa sobre envases alimentarios para 2016, con el fin de armonizar la legislación, antigua y fragmentada. Pero siguen actuando demasiado tarde y pasan años desde que se sospecha el posible peligro de una sustancia hasta que se prohíbe, como sucedió en 2011 con el Bisfenol A en los biberones infantiles, prohibido tras años de estudios científicos que evidenciaban su toxicidad.
Por último, como consumidores, tenemos más opciones: muchas personas estamos reduciendo el consumo de envases de plástico con acciones sencillas como comprar a granel, utilizar nuestros propios envases (si son de vidrio o barro, mejor) o comprar en tiendas sin plásticos. Si se os ocurre alguna opción más, ¡contádnosla!