Una investigación difundida ayer muestra cómo la industria química y de pesticidas está bloqueando que se aplique la prohibición de usar contaminantes hormonales (EDC) en Europa.
Los EDC están prohibidos en la UE, pero esta regulación no se aplica porque se sigue dilatando el proceso de definir criterios y productos concretos. Los EDC (contaminantes hormonales o disruptores endocrinos) actúan de un modo distinto a otros tóxicos y se sabe que están presentes en multitud de objetos cotidianos, desde incubadoras para bebés a tickets de compra. En la última anotación de este blog contábamos como una cadena de supermercados danesa ha decidido dejar de vender palomitas para microondas porque no encuentra envases de este producto que no contengan contaminantes hormonales.
El informe difundido ayer muestra las tácticas que la industria está empleando para bloquear que se aplique de forma efectiva la legislación contra los EDC:
- Crear confusión y alarmismo: con paneles de supuestos expertos vinculados a la industria que desautorizaban las evidencias científicas o advertían de enormes costes económicos.
- Dilatar procesos: pidiendo nuevos estudios de impacto antes de ninguna regulación.
- Desacreditar a todo el que alerte contra los riesgos de los EDC
- Ganar tiempo para las negociaciones del TTIP, el tratado comercial con EEUU, que esperan que refuerce los intereses económicos de las empresas por encima de las leyes de defensa de la salud y el medio ambiente.
Según la investigación de Stephane Horel y el Corporate Europe Observatory, los grupos de presión como BASF, Bayer, CEFIC y ECPA, junto con algunos aliados dentro de las instituciones europeas, se levantaron en armas contra el intento de la Dirección General de Medio Ambiente de la Comisión Europea de establecer los criterios para definir qué productos son contaminantes hormonales.
Los EDC no actúan como un tóxico habitual, ya que su modo de actuación es más sutil y a largo plazo al alterar el desarrollo normal hormonal del cuerpo, pudiendo actuar en dosis mínimas o condicionar el desarrollo de por vida, especialmente en momentos delicados como el embarazo o la pubertad.
«Cuando a las ratas no las puedes tener metidas en cajas hechas con Bisfenol porque se estrogenizan, no puedes meter dentro a recién nacidos» Nicolás Olea, director del Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada