No se trata de una guía más sobre los contaminantes hormonales, conocidos internacionalmente como EDC (Endocrine Disruptor Chemicals). Esta nueva guía está publicada por la Endocrine Society, la mayor organización mundial dedicada a la investigación y a la práctica clínica de la endocrinología, de la que forman parte más de 18 000 personas de más de 100 países.
Como dice la Guía, Los EDC son un problema mundial y ubicuo. La exposición a estos contaminantes puede ocurrir en el hogar, en la oficina, en la granja, en el aire que respiramos, los alimentos que comemos y el agua que bebemos. De los cientos de miles de sustancias químicas fabricadas, se estima que cerca de mil pueden actuar como contaminantes hormonales.
Se ha calculado que más del 24% de las enfermedades a nivel mundial son atribuibles a factores ambientales y que el medio ambiente juega un papel en 80% de las enfermedades más letales incluyendo el cáncer, las enfermedades respiratorias y cardiovasculares. Desde 1940 ha habido un aumento exponencial del número y la abundancia de sustancias químicas fabricadas. Esta revolución química ha cambiado irreversiblemente los ecosistemas en formas que han ocasionado graves impactos en la vida silvestre y la salud humana.
Los EDC producen efectos a dosis extremadamente bajas. Esto es especialmente importante porque la exposición se inicia en el útero y continúa a lo largo de todo el ciclo vital. El enfoque habitual de la toxicología no se aplica de la misma forma a estos contaminantes. En lugar del antiguo método toxicológico enfocado en la dosis-respuesta a una exposición única a compuestos puros, es necesario que los nuevos procedimientos de evaluación de riesgos simulen de la forma más cerca posible lo que ocurre en la naturaleza.
La Endocrine Societe fue la primera organización científica internacional en adoptar una postura pública sobre el estado de la investigación cientifica en materia de EDC al publicar en 2009 su Declaración Científica sobre los EDC. Ya en ese momento, Los miembros de la Endocrine Society decían que existía evidencia suficiente para concluir que los EDC constituyen un riesgo para la salud pública. Desde esta declaración inaugural, el número de sociedades médicas que han expresado internacionalmente su preocupación por los EDC ha crecido de forma paralela a la literatura científica.
La medición de sustancias químicas en tejidos y fluidos corporales demuestra que casi el 100% de los seres humanos presentamos una carga de sustancias químicas exógenas. Algunos ejemplos comunes son plaguicidas como el DDT, el Bisfenol A (BPA), los ftalatos (usados en productos para niños), productos para el cuidado personal, envases de alimentos y retardantes de llama usados en muebles y en la construcción. Además de los EDC conocidos, existe un gran número de sustancias químicas sospechosas de actuar como contaminantes hormonales y muchas otras que no han sido analizadas.
Disponer de esta guía en castellano es por tanto de una ayuda inestimable para que personas y organizaciones tomemos conciencia del riesgo que suponen estos contaminantes y de las acciones necesarias para reducir o eliminar sus riesgos.