Los plaguicidas contribuyen significativamente al cambio climático, que a su vez aumenta la dependencia de los de pesticidas. Un círculo vicioso del que debemos salir por nuestra supervivencia.
Los plaguicidas contribuyen al cambio climático
En primer lugar, los plaguicidas generan importantes cantidades de gases de efecto invernadero (GEI) a lo largo de su ciclo de vida. La fabricación, el envasado, el transporte, la aplicación e incluso la degradación ambiental y la eliminación de pesticidas generan emisiones.
Por un lado, el 99% de los ingredientes de los pesticidas son derivados de combustibles fósiles, Por eso, varias compañías de petróleo y gas tienen un papel importante en la fabricación de ingredientes de pesticidas.
Pero además, la fabricación de un plaguicida consume una gran cantidad de energía que genera, a su vez, más emisiones de gases de efecto invernadero. Aunque los plaguicidas reciben mucha menos atención que los fertilizantes nitrogenados a la hora de atajar la crisis climática, un kilogramo de plaguicida requiere, de promedio, unas 10 veces más energía que un kilogramo de fertilizante.
Después de su aplicación, los plaguicidas también producen emisiones de gases de efecto invernadero, óxido nitroso y ozono troposférico, tóxico tanto para humanos como vegetales. Algunos pesticidas, como fluoruro de sulfurilo, son en sí mismos potentes gases de efecto invernadero, con casi 5.000 veces la potencia del dióxido de carbono.
Si no bastara con generar enormes cantidades de GEI, además los pesticidas hacen que los cultivos sean más vulnerables a los efectos del cambio climático.
Pero a pesar de estos impactos, la reducción de plaguicidas no se ha tenido en cuenta en las soluciones a la crisis climática. Sorprendentemente (o no), se ha permitido que la agricultura industrial presentara el uso de pesticidas sintéticos como una estrategia de mitigación del cambio climático.
El cambio climático aumenta el uso de plaguicidas
Al mismo tiempo, los impactos del cambio climático conducen a un aumento en el uso de pesticidas.
Las investigaciones muestran que aumentará el uso de pesticidas sintéticos en la agricultura convencional por el aumento de las presiones de plagas generadas por un clima cambiante, entre otras razones.
Un mayor uso de pesticidas sintéticos afectará de manera desproporcionada a las poblaciones que ya están bajo estrés por una amplia gama de efectos del cambio climático, como el calor extremo o el humo de los incendios forestales.
En definitiva, los efectos combinados del cambio climático y el uso de pesticidas recaen principalmente sobre los hombros de las personas más vulnerables, poniendo de relieve la injusticia climática.
La solución está en la agroecología
Debemos cortar ese círculo vicioso. Para ello, es imprescindible minimizar o eliminar el uso de pesticidas sintéticos, al tiempo que aumentamos la resiliencia de nuestros sistemas agrícolas para resistir mejor los impactos del cambio climático. Ambas cosas se consiguen con sistemas agrícolas como la agroecología, que contribuye a la seguridad alimentaria, como bien dice el Programa de Medio Ambiente de las Naciones Unidas (UNEP).
En Europa, investigaciones como ésta del IDDRI, muestran que la agroecología puede alimentar a las y los europeos de forma saludable, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de la agricultura en un 40%, y ayudar a restaurar la biodiversidad y proteger los recursos naturales.
Necesitamos medidas como:
- Cumplir los objetivos de reducción del uso de plaguicidas sintéticos y tenerlos en cuenta en las políticas climáticas.
- Promover la transición a sistemas agroecológicos, con asistencia técnica e incentivos a los agricultores para que adopten estas prácticas agrícolas.
- Adoptar regulaciones que defiendan y promuevan los derechos de los grupos más afectados por el uso de pesticidas sintéticos y el cambio climático.
Más información en el informe: Pesticides and Climate Change, de la Red Internacional contra los Pesticidas.