La industria ha tratado de ocultar el peligro que supone el insecticida clorpirifós para el desarrollo del cerebro infantil, según un estudio publicado en la revista científica Journal of Environmental Health.
Se trata de otra nueva evidencia de manipulación de resultados científicos por parte de la industria de pesticidas, que recuerda lo ocurrido con el glifosato.
Manipulación de resultados
Según esta publicación científica de la revista Journal of Environmental Health, el estudio financiado por la propia industria de pesticidas oculta la toxicidad del insectida clorpirifós para el desarrollo neurológico.
Los autores de la revisión resaltan que, en base a los resultados obtenidos en sus experimentos, la industria debería haber informado de la toxicidad para el desarrollo neurológico del clorpirifós, cosa que no hizo. Además, identificaron deficiencias metodológicas que reducen la probabilidad de encontrar efectos neurotóxicos.
Según la revisión independiente:
«Hemos revisado los datos de los experimentos de neurotoxicidad del estudio financiado por la industria sobre el clorpirifos y la sustancia relacionada, el clorpirifos-metil. Hemos encontrado cambios en una dimensión cerebral para el clorpirifos a todas las dosis probadas, aunque no se informó sobre ellos en el resumen de la prueba original».
La toxicidad para el desarrollo neurológico es la toxicidad observada en el sistema neurológico y el cerebro durante etapas tempranas de la vida.
El clorpirifós y el clorpirifós metil son contaminantes hormonales, también llamados disruptores endocrinos. Los retrasos en el aprendizaje, la pérdida de memoria y un mayor riesgo de autismo son daños probados del clorpirifós, razón por la que Estados Unidos ha pedido su prohibición.
En España, el clorpirifós es el residuo de plaguicida más habitual en los alimentos. El análisis de Ecologistas en Acción «Directo a tus hormonas», lo detectó en estos productos:
¿Es el «nuevo glifosato»?
El clorpirifos es un insecticida que pertenece a Corteva (anteriormente llamada Dow Chemical).
Esta sustancia se encuentra actualmente en proceso de revisión a nivel de la UE, en espera de una opinión de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria en los próximos meses.
Por eso esta nueva evidencia de manipulación de la ciencia nos remite al escándalo del herbicida glifosato y a un renombrado científico independiente que demostró que Monsanto no había informado de los resultados de carcinogenicidad a las autoridades europeas.
Aquel fraude evitó que Europa clasificara al glifosato como cancerígeno y permitió su reautorización.
Ahora estamos frente a un nuevo fraude que puede permitir que un tóxico para el cerebro infantil vuelva a permitirse en Europa.
Estos fraudes podrán repetirse mientras sean las propias compañías de plaguicidas quienes elaboren los estudios regulatorios y sus informes con absoluta falta de imparcialidad.
Necesitamos un cambio regulatorio. Eso demanda la Red de Acción contra los Pesticidas PAN Europa y la nueva coalición Citizens for Science in Pesticide Regulation (Ciudadanos por la Ciencia en la regulación de Plaguicidas).
También se están recogiendo firmas para evitar que Europa renueve el permiso del clorpirifós, aquí.