España vuelve a situarse como líder europea en la venta de plaguicidas según los últimos datos, del 2019.
De nuevo, líder en plaguicidas en 2019
España vuelve a situarse como líder indiscutible en ventas de plaguicidas a nivel europeo, según datos de Eurostat del 2019 (últimos datos con los que contamos).
Con más de 75.000 toneladas de plaguicidas vendidos solo en el 2019, España vuelve a colocarse en el primer puesto de este ranquin tóxico, como ya hizo en años anteriores.
Además, lejos de disminuir, el empleo de plaguicidas en España aumenta con los años. Desde 2017, el aumento en el uso de agrotóxicos es de más de un 4%.
Estos datos son preocupantes, pero no son reales. De hecho, la venta de plaguicidas es mayor a la que expresa el Eurostat. La razón por la que los datos, proporcionados por el Ministerio de Agricultura, no reflejan la realidad es que proceden de encuestas cumplimentadas por las propias empresas de plaguicidas. No todas estas empresas responden a la encuesta (el 5% no respondió según los últimos datos con los que contamos, referentes a 2018) y tampoco hay forma de saber si ocultan datos.
Una estrategia poco inteligente
Sin duda, esta situación no habría sido posible sin la colaboración del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación español. Durante décadas, e independientemente del partido en el gobierno, este Ministerio ha priorizado los intereses de la industria de plaguicidas.
La estrategia del Ministerio es poco inteligente y peligrosa.
No es inteligente porque en lugar de incentivar la producción de frutas y verduras más saludables está obligando a las y los agricultores a competir en precio con productos baratos y cargados de plaguicidas. Y siempre va a haber otros países sin legislación sobre plaguicidas ni derechos laborales que podrán vender más barato.
No es inteligente porque daña la salud de las personas que trabajan en el campo y a sus familias. No lo olvidemos que las trabajadoras del agro están en la primera línea de exposición a estos venenos que pueden llegar a ser cancerígenos y disruptores endocrinos. Y eso a demás de ser terrible, es un coste futuro para la sanidad pública.
No es inteligente porque los plaguicidas que se emplean en los campos retornan a las bocas de los consumidores en pequeñas, pero descontroladas cantidades.
Y por último, pero muy importante, este abuso de los pesticidas es la razón detrás de que los campos y ríos españoles estén llenos de plaguicidas. Estas sustancias, creadas para matar la vida, dañan a los ecosistemas de los que depende directamente nuestra salud.
Tenemos la oportunidad de realizar la transición a una agricultura más respetuosa con la vida. Otros países, como Buthán o Dinamarca, ya han hecho este cambio con buenos resultados.
Pero para lograrlo es imprescindible que las administraciones dejen de actuar en favor de la industria de pesticidas y actúen en favor de las agricultoras, de la población y de la naturaleza.